Opinión

Una alfombra de 370 millones

La afición valencianista observa, entre preocupada y divertida, las evoluciones del inversor costarricense Mario Alvarado mientras despliega en los bancos y en los medios de comunicación su oferta de compra del club de Mestalla. Si no se tratara de un club de fútbol, si el Valencia CF fuera una sociedad anónima normal, no habría llegado a acumular como si nada 370 millones de euros de deuda y un estadio a medias que necesita otros 150 millones para convertirse en escenario de sus glorias deportivas. Esa ventaja debería hacer que sus directivos salieran a buscar inversores que sacasen a la entidad del lío antes de que la mayoría de las acciones del club pasaran al control de la Generalitat por los avales del Institut Valencià de Finances. Lo malo es que todo el mundo teme que se repita el fiasco de Dalport, Villalonga y otros, representado también en Santander y en otras ciudades cuyos clubes han pagado cara la alfombra roja que tendieron a personas que no la merecían.

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