Opinión
Por una banca pública
El movimiento vecinal ha dado un paso más en su defensa por el Estado del Bienestar, de los servicios públicos imprescindibles para el desarrollo de la dignidad ciudadana, apostando por la creación de una banca pública en nuestro país. La crisis financiera han recuperado el debate sobre la propiedad privada o pública de la banca. Los cientos de millones de euros y dólares inyectados a la banca privada para evitar su desplome no se corresponde con los extraordinarios beneficios que han tenido los directivos antes, durante y después de la crisis, ni con la concesión de créditos a las pequeñas y medianas empresas, ni a las familias ni a los particulares; con la sangrante consecuencia del pago de esas ingentes cantidades de dinero por toda la ciudadanía que nada ha tenido que ver en la gestación de crisis.
A los dirigentes conservadores que dominan en las principales instituciones y Gobiernos europeos no les gusta hablar de banca pública. Pero la realidad es que son las instituciones públicas tanto europeas como nacionales las únicas que están saneando los destrozos producidos por la banca privada y facilitando crédito a las pequeñas y medianas empresas. La banca pública en Europa es la que nos saca las castañas del fuego mientras que la privada es la que nos ha llevado a una ruina que nos empobrecerá colectivamente durante una década. Los resultados de Bankia de 2011 y la necesidad de una elevada recapitalización, hacen mucho más verosímil la histórica sospecha de que la banca española está haciendo contabilidad creativa ocultando pérdidas actuales y futuras. Dichas pérdidas principalmente provendrían de una sobrevaloración de los activos inmobiliarios, de la ocultación de los créditos impagados y de la refinanciación y ampliación de préstamos a clientes (principalmente promotores y constructores de viviendas) que muy difícilmente devolverán nunca el importe prestado. El previsible e inmediato rescate de Bankia (y en menor medida de otros bancos) a costa de nuestros impuestos debería ser aprovechado para su conversión en banca pública, ya que se solucionarían los problemas de falta de transparencia, de solvencia y de confianza.
Para CAVE-COVA no se trataría de una simple sustitución de gestores privados por burócratas estatales, sino un cambio radical para la recuperación de los servicios públicos por parte del Estado. Solo falta voluntad política.
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