Desafección a la clase política, ¡cómo si la crisis política fuera un compartimento estanco! Es innegable que existe, pero esta crisis tiene vasos comunicantes con la crisis económica, financiera, energética, medioambiental, alimentaria... y ninguna de ellas es la causa. La crisis es sistémica, porque hay un error de planteamiento. Intentaré explicarme mejor.

Se levantó una sociedad cimentada en la maximización de los beneficios individuales como objetivo, y en unas relaciones basadas en la competencia. Aquí hay un error de planteamiento, porque el dinero es un medio (no una finalidad), y la competencia no es la forma más productiva y eficiente de relacionarse. A partir de aquí, múltiples derivadas surgen de estos dos axiomas erróneos: el éxito es "tener", no "ser"; la picaresca ("free riding") se convierte en la estrategia más inteligente para jugar; el egoísmo sistémico, el pelotazo, acumular por acumular...

Aún así, esto funcionó perfectamente durante 200 años, cuando quedaban territorios y recursos por explotar. Con este sistema aparece el bienestar, la idea del progreso, porque aunque lo hagan a muy diferentes velocidades (y por tanto aumenten las desigualdades), todas las personas pueden mejorar. Pero, ¿qué pasa cuando el mundo deja de estar compartimentado? ¿qué pasa cuando empiezan a escasear algunos recursos? ¿qué pasa cuando el de al lado juega a competir y resulta que es mejor (paradójicamente siempre acusado de ser inmoral)? Entonces aparecen los daños colaterales.

En este punto, la sociedad siente contradicciones. Se puede tener más tecnología en un bolsillo que la que envió el hombre a la Luna, y a pesar de ello estar en paro. Se puede votar a una ideología, y sin embargo ser gobernado por los "mercados". Se puede promulgar una Constitución con principios y valores deseables, y no obstante, estar rodeado de todo lo contrario... Estas contradicciones son las semillas de la indignación.

¿Qué le pasó a la socialdemocracia después de los logros del socialismo pasadas las fases iniciales del capitalismo? Sencillamente, la izquierda se resignó. Incluso a mi juicio, se desarmó ideológicamente, porque el Bienestar vino con un sistema económico basado en el crecimiento productivo. El punto de inflexión llega con el capitalismo senil, a mediados de los 80, cuando se empiezan a tener dificultades para mantener el sistema, porque resulta complicado continuar creciendo a este ritmo en un planeta de recursos finitos. Aquí, la socialdemocracia tuvo su oportunidad de gritar a la sociedad que el sistema tenía un error de planteamiento, y el bienestar tenía fecha de caducidad. Sin embargo, el capitalismo cogió fuerzas de flaqueza y apareció el mundo sobrenatural de la economía financiera. Aunque este nuevo creador de burbujas, alejado ya de la realidad física, son los últimos coletazos de un sistema que está agonizando.

Personalmente estoy ilusionado porque nada me impide pensar que estoy asistiendo al fin del capitalismo. Todos los ingredientes están listos para empezar una nueva era: sociedad indignada, escasez de recursos y Estados a punto de colapsar.

Mi espinita es que la socialdemocracia no haya estado al lado de movimientos y gente que tiene soluciones, para ser un altavoz de sus propuestas: desde De Jouvenel, a la bioeconomía de Gerogescu-Roegen€ o la reciente Economía del Bien Común de Christian Felber.

*Militante del PSPV-PSOE