Opinión

El desembarco del nuevo búnker

La profecía que no pocos anunciábamos se ha cumplido. La cúpula de la derecha radical europea ha desembarcado en Madrid en un cónclave en el que su objetivo es rearmar una Europa blanca, antisemita y xenófoba donde el nazismo y la pasión por destruir el actual sistema de libertades se han aliado para quedarse a cualquier precio y con total impunidad. Solamente hay que ver que la estrella ha sido uno de los líderes griegos de Amanecer Dorado.

Tras despistarnos al anunciar la llegada de líderes a Málaga, el paraíso de los exoficiales de las Waffen-SS durante el franquismo, como fueron Otto Skorzeni o Leon Degüelle, la «Jornada de la sisidencia» se realizó finalmente en Madrid. Entre los anfitriones españoles, un entramado de partidos políticos legalizados, editoriales condenadas, empresarios de seguridad y exnazis conversos como Pedro Varela, ponente que clausuró el nuevo búnker, y que precisamente es el propietario de la Librería Europa. Además de conocidos camaradas cuyas víctimas y antecedentes están hoy borrados de la memoria mediática como Erik Norling, autor de los textos españoles negacionistas del holocausto nazi y exaltación del fascismo.

Como si de una ceremonia se tratara, el resto de la familia ha venido a planificar una estrategia común con los españoles y con un objetivo: el éxito en las próximas elecciones europeas. Y es que la pésima gestión política del PP se lo pone al alcance de la mano, pues más del 85% de sus electores son proclives a sus argumentos si se civilizan: la corrupción de los políticos demócratas, los recortes en los derechos básicos de los ciudadanos, el quiste del paro „sobre todo juvenil„ y la manipulación identitaria con la cuestión migratoria y religiosa componen un marco idóneo. En Grecia ya han logrado 18 escaños a costa del hundimiento de los dos partidos de centro: el PSOK, socialdemócrata, y Nueva Democracia, liberal-conservador, el primero más que el segundo. Y ello con la permisividad de estos últimos a las palizas a inmigrantes, las propuestas de crear guetos o las agresiones a periodistas, sin olvidar las campañas de donación de sangre sólo para gente de «pura raza griega».

Junto a ellos, los dirigentes rusos y suizos, los británicos del BNP y los racistas del Jobbik de Hungría. Todos integrados en la Alianza Europea de Movimientos Nacionales, institucionalizada en 2009 y que fortalece su poder en España, y entre ellos el de nuestros conocidos de España2000. Sin despreciar el escándalo de la financiación recibida desde el propio Parlamento Europeo que se redistribuyen entre ellos mediante fundaciones.

Lamentablemente, el vacío legal en España para ilegalizar estos partidos y sus cónclaves permite una impunidad que horroriza en el siglo XXI. Me pregunto si nuestro Tribunal Constitucional necesita encontrar la relación con una organización armada y criminal para condenarlos, como sucedió en el caso de Batasuna. ¿Por qué no el mismo criterio y control con los partidos y organizaciones de la derecha radical que cometen crímenes y quieren acabar con nuestro sistema de libertades? Por aquí aún no hemos oído a nadie del ramo judicial que nos lo explique, ¿verdad, señor Cabré?

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