Opinión

Los secretos de la Fundación

Editorial

La Fundación Bancaja sirvió durante muchos años para cubrir agujeros o satisfacer caprichos de responsables políticos que llamaban sin el más mínimo rubor a las puertas de la institución. Así lo desvela hoy Levante-EMV. Tanto el presidente como las diferentes áreas de gestión contaban con partidas presupuestarias de libre disposición con las que satisfacer las peticiones que les llegaban al margen de los cauces ordinarios de colaboración. De entre los cargos públicos que más recurrían a esta vía destacan el exconseller Rafael Blasco y su esposa, la directora del IVAM, Consuelo Ciscar. Pero la nómina se extendía a ayuntamientos o empresas detrás de las cuales figuraban nombres conocidos e incluso familiares de políticos. De esta forma, la fundación se convertía en financiadora de proyectos ajenos a los objetivos planteados en los presupuestos anuales. El oscurantismo que siempre ha caracterizado la gestión de esta entidad social terminó por favorecer este tránsito de influencias que convertía a la entidad en un apéndice de los presupuestos públicos.

Y como nadie escarmienta, la nueva fundación especial en la que se ha convertido Bancaja desde el miércoles amenaza con mantener los viejos vicios, si atendemos a los esfuerzos que los diferentes partidos están haciendo por mantener sus cuotas de control en el patronato. Lejos de aprovechar la «refundación» para reorientar y añadir transparencia a la gestión, algunos prefieren seguir atados a la componenda y el clientelismo. No aprenderán nunca.

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