Todo parece indicar que, como consecuencia de años de mal gobierno y de la explosión de la crisis, la Comunitat Valenciana (CV) se está precipitando hacia una situación muy crítica. El vicepresidente Císcar, ahora también al frente de la conselleria encargada de elaborar el presupuesto de la Generalitat (GV) debería plantearse, con todo lo ocurrido y conocido durante estos días de tormenta perfecta, si tiene sentido mantener la Ley de Presupuestos de la GV para 2013 que actualmente se debate en Les Corts.

Aquí están pasando muchas cosas, y puesto que ningún grupo político parece en condiciones de proponer un marco que facilite una salida compatible con la racionalidad, es obvio que una mínima prudencia democrática exige intentar una solución consensuada. Como toda Ley de Presupuestos, la correspondiente a 2013 materializa la visión del grupo político que pretendía ejecutarla, pero las cosas han cambiado a peor y negarlo no es de recibo. Aquellos que piensan (pensamos) que el acuerdo de todos los grupos políticos es la condición necesaria, aunque no suficiente, para afrontar con una cierta racionalidad las dificultades que nos aguardan, saben que no tiene sentido buscar un acuerdo con unos presupuestos aprobados bajo hipótesis falsas.

Desde la perplejidad de un modesto observador, expresar algunos elementos que quizás Císcar/Fabra/ Montoro/Rajoy deberían considerar. Incluyo a los responsables del Gobierno central porque la GV lleva mucho tiempo intervenida (con independencia de los matices que quieran darse a este especie de neologismo al uso) y por tanto conviene asumir que en las decisiones referentes a los Presupuestos de la GV, ya hace mucho tiempo que opinan con fuerza desde Madrid. Estos son los elementos que justificarían el título de estas notas:

a) El principal responsable de la Ley de Presupuestos de 2013 dimitió el viernes. Mas allá de la razón última que diera lugar a un exconseller, abrasado por la convivencia con Blasco (que nadie entiende que pueda seguir en el seno de un grupo parlamentario del PP que se reclama respetuoso con la ciudadania) nos encontramos con unas cuentas de la GV que ya no tienen responsable directo de su redacción con quien debatir. El hecho de que el nuevo encargado de culminar el proceso parlamentario de estos presupuestos formase parte del Gobierno que los generó y que haya sido la persona encargada de consensuarlos con Madrid, no impide afirmar que la marcha de Vela tiene como subproducto interesante ofrecer la oportunidad de intentar un dialogo con el resto de grupos. Ésta es una coyuntura que Fabra y el resto de parlamentarios valencianos beberían aprovechar.

b) Hemos vivido una semana en la que han aparecido dos informes muy duros sobre la situación presupuestaria prevista para GV a finales de 2012. Sus autores no deben ser nada sospechosos para Císcar y el resto del Consell: Ministerio de Hacienda y la asociación de economistas Fedea. Esta segunda habla de estimaciones a partir de los datos disponibles a finales de agosto, mientras Hacienda se limita a presentar datos actualizados hasta septiembre. Los expertos de Fedea colocan a la GV con un desfase entre ingresos y gastos de 1.898 millones de euros. Por su parte, el ministerio la señalaba como la tercera entre las comunidades autónomas (CC AA) con más déficit acumulado en los primeros nueve meses de 2012. Triste consuelo estar detrás de Murcia y Canarias, cuando duplicamos el porcentaje de la media de todas las CC AA y nuestros números eran entonces peores que los de Cataluña y Madrid, que lideran junto a la CV las tablas de endeudamiento financiero del Banco de España. De la lectura de ambos informes se puede prever un déficit no financiero, a finales de año, del 1,9 % de nuestro Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo, como explican los técnicos de Fedea, tras tener en cuenta determinados ajustes y consideraciones contables relacionadas con herencias de otros años, el déficit de la GV acabará elevándose hasta el 3 %, cuando el objetivo marcado y asumido por todas las CC AA era no superar el 1,5 % del PIB. Desgraciadamente, los datos de unos y otros indican que la lucha contra el déficit del Consell de Fabra a lo largo de 2012 no habría funcionado y ello debería ser tenido en cuenta al aprobar los Presupuestos de 2013.

c) Como el impacto de la CV en el total nacional es importante, el Gobierno central no sabe cómo amortiguar las consecuencias del déficit de la GV y así se lo transmitió Rajoy a Fabra en su visita Valencia de hace tres semanas. Fue entonces cuando el Consell tomó la decisión de cerrar de forma inmediata el ejercicio del 2012, en un intento de maquillar el déficit en unos 600 millones de euros y aprobar, además, un acuerdo de no disponibilidad de fondos por otros 166 millones. No hay que ser muy experto para concluir que las hipótesis sobre las cuales se hicieron los Presupuesto de 2013 ya no son ciertas y no tiene mucho sentido dejar de asumir el pelotazo hacia delante que la GV se ha visto obligada a aplicar.

d) Con motivo de las conversaciones habidas durante la huelga de farmacéuticos, la GV ha reconocido expresamente que lo presupuestado en este capítulo sólo alcanza hasta agosto, como ha venido ocurriendo en años anteriores con este capítulo del gasto. Hasta ahora se podía ir trampeando determinadas cuentas, siempre con metodologías mas o menos discutibles, pero ahora inevitablemente la situación ha explotado con toda su virulencia, al caer los ingresos con motivo de la crisis que sufrimos.

Hoy, todos los valencianos deben saber que los presupuestos que la Conselleria de Hacienda ha presentado son desgraciadamente insolventes y en consecuencia los impagos que forman el cotidiano noticiario de los valencianos seguirán dando la nota de engaños sin cuento. Farmacias, atención a dependientes, universidades, etcétera, han ido haciendo sus planes hasta que la morosidad ha saltado con toda su crudeza. Por alguna razón que no se acaba de entender, hemos vivido con unas cuentas públicas donde los ingresos no se correspondían con los gastos y habrá que asumir que el estado de bienestar y los servicios que dependen de los presupuestos de la GV no va a continuar en el nivel que hemos disfrutado.

Císcar sabe que la única esperanza estriba en rebañar algo más de dinero del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) a finales del 2012 y quedar a la espera del reparto de los 23.000 millones previstos para la versión del FLA de 2013, para así disponer de una liquidez que le permita repartir dinero entre los que son objeto de impagos. Pero para acceder al FLA, una ayuda que también reclaman muchas otras CC AA, se nos van a exigir unos Presupuestos creíbles y no parece que los tengamos. Basta con anotar la decisión de Mas, incluso tras su debacle electoral de hace una semana, de presentar unos presupuestos para 2013 con un recorte de 4.000 millones de euros. Con estos datos no es exagerado afirmar que estamos ante un desajuste potencial que pone en serio riesgo que la GV pueda acceder a cualquier ayuda extraordinaria.

Por desagradable que sea tener que verbalizarlo, conviene preguntarse si con las circunstancias que vivimos la propia GV puede estar en el alero. Con todo lo que estamos viviendo se impone pedir calma, exigir información fiable y buscar todo el sosiego que seamos capaces de desarrollar. No es alarmismo pedir que el partido responsable de mantener el actual Consell diga la verdad a los valencianos acerca de la sostenibilidad de la GV y ello incluye unos nuevos presupuestos para 2013.