Antes, el anuncio de un evento comenzaba con una coletilla de origen taurino: «con permiso de la Autoridad y si el tiempo no lo impide€». Hoy día, cuando la Autoridad parece que todo lo permite desde cuentas en paraísos alpinos, manifestaciones de dudosa finalidad, consultas soberanistas, indultos inmorales y otros pasteleos, sin embargo ya no se menciona el tiempo atmosférico. Ya ni mencionar el clima que, auspiciado por el la ONU y su IPCC, ya no varía sino que cambia, merced a la maldad humana y la despiadada arma del dióxido de carbono. Ahora lo que impide un evento es la «Climatología adversa», esa que tiene a 35 provincias de 15 comunidades autónomas en diferentes alertas por lluvia, viento, aludes, deshielo ó intensas nevadas. Y eso en la soleada España, en el mundo del calentamiento global. El día que esto se enfríe, todos detrás de la bellota, como «Scrat», la sufrida ardilla de «Ice Age». Puede que el tiempo atmosférico y, si es en promedio, el clima sean adversos, pero no la Climatología, compuesta por profesionales dedicados y jóvenes con inquietudes. Con sus problemas y deficiencias, pero nunca adversa y siempre ilusionada. Estos días he impartido docencia en el Máster en Planificación y Gestión de Riesgos Naturales, de mi querido Instituto Universitario de Geografía de Alicante. Cuando unos y otros dirigentes, en lugar de activar, motivar e incentivar se dedican a recortar, para proteger su coto, este Máster es una demostración inmensa de calidad a pesar de las penurias económicas. Por sus organizadores y por sus alumnos, por su interés y por sus ansías de aprender. Para Abel, Alejandro, Federico, Javi, Jose, Sandra y William, para que hagan que la Climatología u otra Ciencia no sean adversas y algún día gobiernen este país.