Ayer celebramos el Día Europeo de la Protección de Datos. Es una jornada impulsada por la Comisión Europea, el Consejo de Europa y las autoridades de protección de datos de los Estados de la Unión Europea, con el objetivo de promover el conocimiento entre los ciudadanos acerca de cuáles son sus derechos y responsabilidades en materia de protección de datos. Podría ser uno más de esos días mundiales o europeos de€ las lenguas, la lepra, los parques, los museos, enfermedades raras, glaucoma, actividad física, propiedad intelectual, familias€, y así hasta donde la imaginación nos lleve. Estos días cumplen una misión simbólica y una función de concienciación social relevante. Pero tampoco puede obviarse que en muchos casos la fijación de un día de€ evidencia carencias y necesidades.

En España, cada día millones de ciudadanos se pasean bajo la atenta mirada de miles de videocámaras un significativo número de las cuales con toda probabilidad no reúne el menor requisito jurídico habilitante. Un elevado porcentaje de empresas y administraciones seguirá ignorando la existencia de legislación aplicable a esta materia. Los usuarios comparten terabytes de información personal propia, y sobre todo ajena, en redes sociales y miles de menores de edad se habrán registrado en ellas obviando cualquier límite de edad. No cabe pensar que el usuario medio se detenga un segundo a reflexionar sobre el impacto en su vida del BigData, la geolocalización o el profiling. Y sin embargo, son conceptos que nos rodean y que en sus entrañas incluyen a partes iguales los elementos necesarios para hacernos una vida más cómoda o cercenar nuestra libertad.

El Día de la Protección de Datos debe servir para poner de manifiesto que en la sociedad de la información debe garantizarse la libertad de los ciudadanos. La publicidad debe seguir siendo consejo y no manipulación de la personalidad. El derecho a observar debe limitarse de modo estricto y no debería prevalecer sobre la libertad de no ser observado. Las empresas y administraciones deberían preocuparse de garantizar transparencia en la información sobre los datos que tratan, calidad en el tratamiento y seguridad. Es necesario incorporar la educación relativa al control sobre la información personal en los planes escolares de estudio como una opción estratégica. Los ciudadanos deberían ser más cuidadosos, y ponerse en el lugar del otro, antes de subir o etiquetar una foto inconveniente, o de poner en riesgo a sus propios hijos exponiéndolos a la luz de un público ávido de cotilleos.

La sociedad de la información se construye sobre nuestra identidad y personalidad. Garantizar nuestro derecho fundamental a la protección de datos puede ser vital para asegurar nuestras libertades. Es muy probable que los lectores no puedan definir qué es la privacidad, pero o nos implicamos en su tutela y aseguramiento, o sucederá algo que suelen afirmar muchos juristas: «no se definir la privacidad pero les aseguro que un juez la reconoce en cuanto se la encuentra», aunque el pueblo llano lo define mejor, en pleitos te veas...

? Profesor de Derecho Constitucional.

Universitat de València