Los políticos se colocan flores en la solapa con el Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) mientras el personal de las unidades ve empeorar día a día sus condiciones laborales hasta el punto de que estas han pasado a ser de «semiesclavitud».

Explico, con hechos, esta rotunda afirmación. Los empleados no disponen, en su jornada laboral, de turnos de comida o cena, con las pausas que se sobreentienden para ingerir los alimentos. Además, no existe una regulación del exceso horario que garantice que se cumplan las 1.589 horas estipuladas anualmente. Por otra parte, no perciben remuneración por nocturnidad o festividad a pesar de que su jornada laboral cubre esas franjas horarias nocturnas y los días festivos.

Tampoco tienen contemplada la prolongación de servicio y la asistencia a juicios como exceso de horario. Además, toda la formación que imparte el servicio se desarrolla fuera de la jornada laboral y sin compensación horaria alguna. A todo ello hemos de sumar la insalubridad de las bases, hasta el punto de que nos vamos a ver abocados a realizar la oportuna denuncia a la Inspección de Trabajo.

Esta situación que sufren los profesionales de Valencia estamos tratando de trasladarla a la mesa técnica para que la Conselleria de Sanidad -conocedora del problema a pesar de no adoptar soluciones al respecto- nos escuche y, a la vez, saber cuáles son sus argumentos para no solventarla.

En enero, el director general de Ordenación Sanitaria, Guillermo Ferrán, se comprometió, en la reunión mantenida con CSI·F, a convocar la citada mesa. Desde entonces nada hemos sabido. Además de lamentar la escasa credibilidad de la palabra de este responsable político, nos sentimos defraudados con la propia Conselleria de Sanidad.

Insisto, los políticos tienden a colgarse medallas con las intervenciones de los trabajadores del SAMU que tantas vidas han salvado. No obstante, cuando llega el momento de dotar de medios a esos mismos empleados para regular su situación y mejorar el servicio, prefieren escabullirse y renunciar al diálogo.