Más de 1.200 firmas han recogido en pocos días los detractores de la playa para perros que El Campello ha habilitado en la desembocadura del río Seco, espacio que ya se utilizaba para pasear y bañar a los «Sultanes» y las «Nalas». Tampoco en Gandia ha habido un camino de rosas para la zona litoral reservada por el ayuntamiento para canes, la primera en la Comunitat Valenciana, que ha puesto de uñas a la corporación vecina de Xeraco y la ha llevado hasta cortar los accesos en coche para reducir la afluencia. De momento en Vinaròs, donde acaban de inaugurar un acotado con el mismo fin, no se ha producido rechazo sino el alborozo propio de muchos dueños de perros que incluso buscan este tipo de espacios para decidir sus vacaciones. En esto de las mascotas no conviene ir mucho más lejos de lo razonable. Pueden tener su rincón sin invadir el de la gente, hasta donde recomiende la prudencia sanitaria y el respeto al prójimo. Enterrar colillas en la arena también es de guarros.