Contable leonino

A ver: no confundamos la causa con el efecto. Luis Bárcenas no es un presunto delincuente porque esté en la cárcel, como les gusta decir a los dirigentes del PP, a los que tan bien sirvió, sino que ya era un supuesto forajido cuando empezó a amontonar billetes de quinientos y a expedirlos en dirección a Suiza, a hacerle pedorretas a Hacienda y a engrasar con caca y euros la maquinaria de fabricar mayorías absolutas, así cualquiera ¡Yo también quiero un plus! Soto del Real (la cárcel de la gente guapa) es, en realidad, un tropiezo. Tardío: como siempre nos ha ocurrido, desde la entrada del soneto hasta la industrialización; desde la llegada del romanticismo hasta los porros de los hippies.

Porque no nos engañemos. Bárcenas no tiene cara de contable, ni siquiera de Capone o Provenzano, que suelen ser tipos calvos y medrosos, buenos padres de familia. Bárcenas tiene unos hombros de armario de pared, acostumbrados a hacerse sitio en cualquier reunión, hasta las más procelosas, y a llevarle al jefe una nota con muchos ceros después de haber dejado claro que no admitirá una negativa. Este deportista acostumbrado a escalar las Rocosas y a practicar el esquí de fondo en Colorado, tiene en la frente la resolución de un carnero del Himalaya y un casco leonino de pelo „¡qué envidia!„ que trata de domeñar con peine y agua, aunque con todos estos antecedentes, está claro que se depila las orejas con una motosierra.

El verano es tiempo de festivales y Bárcenas „que, ahora que lo pienso es un nombre magnífico para un guitarrista de metal„, Bárcenas, digo, es lo más de lo más desde la retirada de María Callas. Tiene más público que los Tres Tenores y su actuación puede ser más larga que Woodstock y el FIB de Benicàssim, juntos.

Enfrente tiene al juez Ruz con su pinta de joven oficial salido de la Academia de Zaragoza a quien envían, con pocos hombres y menos pertrechos, a defender el boquete de Almansa de la invasión sarracena. Los Regulares de Federico Trillo ya deben de estar afilando alfanjes y la cabeza del juez, corre serio peligro.