Opinión

Qué mundo este

Francisco Esquivel

La otra tarde, el profesor Andrés Pedreño le dio a los empresarios turísticos otra pista para que se batan el cobre: «Cuando bajan del avión, lo primero que hacen los extranjeros es apagar sus móviles por culpa de las tarifas telefónicas abusivas y está perdiéndose el mejor marketing que existe: el que se hace de persona a persona delante de un arrocito o tomando el sol en la playa». Al que no le da reparo alguno decir que «la corrupción no deteriora la economía» es al ministro de Exteriores. Suponiendo que fuera científico, igual no vendría mal cortarse un poquito al hacer el aserto en una jornada sobre «El potencial exterior de la Comunidad Valenciana y la Marca España» donde sobresalían proclamas en torno a lo plurales, solidarios e innovadores que somos. No sé si tenemos muy claro hacia dónde va esto y a qué velocidad nos calan. El hacha de Ángel Angulo, amigo de Andrés Pedreño y perteneciente a una empresa puntera de esta casa como es Recursos en la Red, detallaba avances tecnológicos que pueden acabar con lo que hemos sido hasta ahora. Relataba cómo aquéllos están permitiendo a grandes organizaciones procesar cantidad ingente de datos de sus clientes para establecer modelos de negocio. Y no se conforman con conocer sus gustos; establecen predicciones del comportamiento que permiten gestionar sus riesgos. Traduciendo que es gerundio. Hay bancos que advierten si un cliente se va a divorciar por virajes en el consumo, algo que la entidad no pierde de vista de cara a la cosa crediticia. Y no porque el vigilado despilfarre, sino al comprobar que su cliente empieza a ir al gimnasio, a comprar cremas y a ponerse a dieta. Es la única ventaja que tenemos con vistas al cónclave socialista o a los mensajes de Margallo: que por mucha crema que pongan...

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