Por no hablar de nada (y mientras otros guardan silencio), a mí, como a Belén Yuste, también me gustan las margaritas blancas y las compro de vez en cuando, para mí mismo y para los conmigo. A estas alturas de la mierda (dos metros por encima de las marcas de la riuà del 57), que se las pagara ella o nosotros, vía interpuesta de la Conselleria de Industria, me resulta inverosímil, insignificante e insólito, o más, incluso. Así que si ella dice que las pagaba ella y me pide un acto de fe («Es mi palabra contra las facturas»), uno prefiere creer en su palabra que en las facturas. ¡Qué grosería lo contrario! (Dicho sea al pasar: está el PP últimamente muy disyuntivo, en plan, todo o nada, mi palabra o las facturas, Rajoy o Bárcenas; y teológico, pidiendo actos de fe, destapando conjura de necios y convocando cenas de sobaquillo). Por cierto, Belén, y hablando de las facturas: te cobraban la docena de margaritas blancas al precio de las gambas rayadas de Dénia. ¡Cambia de camello!

Para los que no estamos en la pomada, este furor que les ha entrado a los del Repartido Popular por celebrar cenas, meriendas y aniversarios (Rus en Carcaixent, Císcar en Alacant, Fabra, Barberá, hasta Margallo CV (¿quién? Margallo Comunitat Valenciana), parece un concurso de camisetas mojadas antes del agujero negro del verano. De momento, por el alboroto que genera y el número de asistentes que desplaza, parece que el que mea más lejos es Rus. ¡Bien está si alguna vez acaba! ¿Es verdad que Maluenda ha convocat un «esmorzar ab els seus en Gilet»? (Fabra, si pudiera estar contigo, estaría contigo, pero tengo el corazón como la Santísima Trinidad: en otra parte y tripartito o hecho añicos).

Barberá, siempre tan excesiva (¡20 mil leguas de viaje en la alcaldía y la promesa de cuatro años más con el Imserso), dijo que Rajoy es un «hombre de bien». Como le pareció poca guarnición para el filete, añadió: «de templanza, de honradez y de dignidad». Me perdonará la alcaldesa, pero eso mismo, a ratos, lo somos todos. Yo mismo soy un «hombre de templanza», pero el domingo comí un «arròs de senyoret» hasta llorar «all i oli», y un «hombre de dignidad», pero en las horas brujas me la tengo que amarrar al mástil como Ulises. Si somos complejos, y lo somos inevitablemente, nadie puede ser un «hombre de una sola pieza», de «bien», por ejemplo: todo es cuestión de equilibrio y de circunstancias ¿Acaso no puede un hombre de bien cometer maldades o alguien que busca la verdad cometer errores y mentir? Así que Mariano (¡Santo subito!) será un hombre de bien cuando no esta haciendo algo mal o cuando descansa. Para el resto de la guarnición consulten las hemerotecas.