Opinión

Mirant aquesta terra

«Mentre m´envelleixo en el llarg esforç de pasar la rella damunt dels records, he mirat aquesta terra», canta Raimon, con letra de Salvador Espriu. Somos muchos quienes, como el poeta, vemos pasar los años, pasando la reja por los recuerdos, mirando a nuestra tierra. En esta ocasión, José Antonio Perelló nos aporta una oportuna reflexión „de más de 60 años, nos dice„ que merece, a mi parecer, un justo reconocimiento y, consecuentemente, un mayor compromiso por parte de quienes compartimos sus ideas.

Escribe Perelló sobre el reciente Manifest de Lo Rat Penat. Reconoce su estilo sereno, al tiempo que no deja de manifestar su discrepancia sobre la tesis del mismo que considera perjudicial para la pervivencia del valenciano. Entiende, asimismo, necesario otorgar un nivel cultural y científico a la lengua que asegure su supervivencia. Naturalmente, nos dice, del valenciano escrito. Del hablado, lo importante es, que no desprecie y violente las normas del escrito, y que se hable. Cuanto más, mejor.

Durante los años setenta, Toni Mestre, como guionista y presentador, y Amadeu Fabregat, como director, llevaron a cabo una amplia labor de divulgación del valenciano y de concienciación de la sociedad valenciana, a través del programa radiofónico de Radio Peninsular, De dalt a baix. La lengua no se habla „ni lo hace igual„ en todas las comarcas del país, el territorio es alargado, lo que ha dificultado históricamente su comunicación, y la globalización ha venido a complicar su utilización.

El nombre de la lengua „como el del país por diferentes motivos„ siempre ha resultado conflictivo y, recientemente, la división ha venido a agravar la situación. Pero para apreciar la belleza de los poetas que interpreta Raimon, sean valencianos, como Ausiàs March o Jordi de Sant Jordi; catalanes, como Salvador Espriu; o mallorquines como Anselm Turmeda, no hace falta esperar a ver qué nombre recibe la hermosa lengua en la que escriben. Sin duda, es la nuestra.

Hay que encontrar una forma de evitar el enfrentamiento, señala José Antonio Perelló. Como defensor de la unidad de la lengua, añade, resulta necesario aceptar las normas que garanticen la pervivencia de la misma, hoy a través de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, su divulgación cultural y científica, y la cohesión social, sin perjuicio del léxico y fonética del valenciano hablado. El propio respeto hacia nuestra rica historia demanda una actitud integradora de nuestra compleja realidad social, que no olvide que la lengua propia nos da la realidad radical de nuestra identidad. Sólo así lograremos, y no sin esfuerzo, mantenerla.

Todos debemos coadyuvar en el intento. Todos, en mayor o menor medida, somos responsables de la recuperación, dignificación y empleo de la lengua. Perelló alude en su artículo a la responsabilidad de la burguesía valenciana. Efectivamente, a las cuestiones económicas no le son ajenas las razones culturales. Y todas ellas son necesarias para evitar la debilidad de una lengua y un país, cuyas diferencias la política debe contribuir a superar y no a agrandar. Un país fuerte económicamente lo es siempre culturalmente, y un país interesadamente dividido es siempre débil políticamente.

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