Opinión

Un accidente de claroscuros

El accidente de la línea 1 del metro de Valencia no es un caso cerrado. Ni lo es para los familiares de las víctimas, ni tampoco para la justicia. Sólo para un grupo político que zanjó la tragedia en cuatro días con una comisión que apenas despejó las muchas dudas en torno al siniestro. Las conclusiones tampoco aliviaron el dolor de los damnificados que desde hace siete años vienen reclamando luz sobre el mayor accidente de España de metro. Aquella comisión, al igual que la inicial investigación judicial, liquidaron el asunto culpando al maquinista. Nadie, por tanto, asumió responsabilidades políticas ya que hasta los cambios en la dirección de FGV se produjeron por otros motivos.

Han pasado siete años desde que el tren descarriló cerca de la parada de Jesús. Ahora la Fiscalía ha pedido la reapertura del caso en el que murieron 43 personas y otras 47 resultaron heridas.

La Fiscalía considera que hay nuevos datos e informaciones que se ocultaron en su momento y que, por tanto, el juzgado debe investigar. Por ejemplo, los tres descarrilamientos desvelados en estos siete años por Levante-EMV o un informe interno que admitía el deficiente estado de los trenes como el que sufrió el accidente.

Urge entrar en el tema hasta el fondo y revisar todas las circunstancias que concurrieron en el accidente, amen de la velocidad, ya que si FGV escamoteó la información facilitada al juzgado sobre los anteriores descarrilamientos también lo podría haber hecho en otros detalles. La Generalitat ha prometido su colaboración. Todos esperan que así sea.

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