Opinión

Marca España

España es una patria rarísima, pero no es una marca. Un lugar en el que la gente y quienes la dirigen, no parecen pertenecer al mismo país, razón por la que los así enajenados del sentir popular, pueden comportarse como dueños de un cortijo y colocar a un propio al frente del negocio; a un secuaz, en la presidencia del Tribunal Constitucional. Antes, se suponía que los buenos clubes, las grandes empresas, los artistas geniales o los políticos con talento, levantaban el nombre de su patria (Jordi Pujol no hablaba de otra cosa que de «fer país»), ahora las patrias se conforman con figurar, en plano de igualdad, junto a Mango, Benetton o los cuarenta principales de la SER. Que suenen, al menos.

Por eso, algunos de los rostros más conocidos del gran dinero „los mismos o algunos de los que financiaron los sobresueldos en cuya maraña andan atrapados los prebostes del PP„ se apresuraron a avalar al inquilino de la Moncloa: porque lo más evidente, que en este caso es dar explicaciones y/o dimitir, es lo más difícil de aceptar: no les concierne lo que ocurra fuera de sus aposentos reservados y no les importa proyectar la imagen de compadreo entre presuntos corruptos y seguros oligarcas. En Alemania han homenajeado a los autores del fallido atentado contra Hitler, pero aquí tendríamos que homenajear a los valientes libertarios que intentaron lo mismo con Franco: puro voluntariado ante la capitulación de los poderes del Estado.

Por eso los tímidos intentos de Zapatero por introducir un poco de neutralidad en los nombramientos de los responsables del Poder Judicial o de la tele pública, se desvanecieron enseguida. Iban contra el girar inmóvil del sagrado robledal plantado en el corazón de la finca. Por eso ha tenido que dimitir Juan Carlos Gafo, adjunto de la Marca España, por escribir: «Catalanes de mierda. No se merecen nada». Gran nivel y talento para captar voluntades. Por eso predican sacrificios sin becas, renuncias sin proyecto y contención sin ciencia. Por lo menos Chocolates Valor ha salvado a Huesitos de la deslocalización. Eso sí que es Marca España.

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