Opinión

Reinas

El artículo 57 de la Constitución Española „en su título II, de la Corona„ establece que «la sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; el grado más próximo al más remoto; el varón a la mujer y, en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos». No es la ley sálica, pero casi. Es verdad que España tiene problemas mucho más acuciantes que resolver y reformas más necesarias que acometer, que nadie cuestiona a Leonor como heredera del heredero y queda una generación por delante, en palabras del príncipe Felipe, pero es una vergüenza que la Carta Magna conserve esa anacrónica discriminación por sexo. Una desigualdad que todas las coronas han ido eliminando a medida que la sociedad y la biología misma les han ido ganando el paso a la ley y a la costumbre: hoy la inmensa mayoría de los primogénitos de los príncipes europeos son niñas. Si las mujeres sostienen la mitad del cielo, y varios Gobiernos, y algunas repúblicas, ¿por qué no la Iglesia?, ¿y por qué no las monarquías? Aunque sean las últimas.

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