Opinión

Asimétrico

Cuando Pascual Maragall, retomó la idea del federalismo asimétrico, creció la habitual desconfianza y llovieron las críticas. Luego fueron otros, quienes, con mayores o menores matices, se apuntaron a la idea, así Miquel Roca, desde Cataluña, o, Felipe González, desde la capital del Estado. Incluso el propio, José Bono, contrario a la propuesta, afirmó, en Valencia, que era absurdo reproducir miméticamente las competencias de la Comunidad vecina. En concreto lamentaba el hecho de que existieran las mismas estructuras del Estado en las 17 Comunidades ¿Qué problema hay pues para que cada Comunidad tenga las competencias que por su historia, trayectoria, realidad y necesidad, le corresponden? ¿Se rompe de esta manera el Estado o se consolida?

El federalismo busca repartir razonablemente el gobierno entre los asociados, de manera que cada parte reciba a cambio de lo entregado algo proporcional, sin perjuicio de su aportación a la solidaridad interterritorial. El federalismo asimétrico puede resultar integrador por cuanto facilita la relación entre los distintos territorios. No se trata de desigualdades sino de aceptación de las diferencias. Joaquím Puig, Secretario General del PSPV, en la reciente reunión del Consejo Territorial socialista, celebrada en Granada, insistió en la idea del federalismo integrador, pues manifestó que, superada la crisis económica, habrá que resolver la social, el encaje en España de las diferentes autonomías, al que ya se refería, Manuel Azaña, hace 100 años, como, «El problema español». Optar por un sistema de convivencia democrática y financiación igualitaria de todos los territorios. Es decir, optar por un federalismo integrador.

Al tiempo, el Gobierno valenciano, en la persona de su Conseller, Juan Carlos Moragues, plantea la necesidad de conseguir la aceptación por parte del Gobierno central, de un déficit asimétrico, obteniendo todos los parabienes desde nuestra concepción. Parte del deseo de obtener una financiación necesaria en aquellas autonomías, como la nuestra, que „sin entrar aquí, en la bondad del uso que se haya podido hacer de los fondos públicos manejados„ resulta que ha obtenido menos de lo que le corresponde en relación a su población, servicios atendidos y comparación interterritorial. Es decir una menor financiación de la que, según su realidad social, debiera tener en comparación con otros territorios y, de ahí, en parte, el déficit. Se observan así, posturas no tan alejadas que se corresponden con la realidad de España, que la actual crisis ha venido a poner de nuevo de actualidad. El déficit asimétrico no es, sino una modalidad más de asimetría que debe contemplarse en el funcionamiento de un Estado asimétrico. Las diferencias social, cultural y económica, deben contemplarse, como reconocimiento de la realidad y su tratamiento debe hacerse mediante un procedimiento integrador.

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