Madrid olímpico

Le pregunto a un amigo que se mueve en los aledaños del COI, el Comité Olímpico, como una cabra en lo alto de una escalera, le pregunto, digo, como ha afectado a nuestra candidatura olímpica la eclosión pestilente de los sobresueldos, el desbordamiento de letrinas de la Gürtel y otros saqueos, y me responde, que «mucho y mal, claro». Aunque los competidores no siempre están mejor: Turquía parece ya descartada porque tiene la guerra de Siria en puertas y se alejó del proyecto europeo (alejamiento del que no siempre se puede culpar a los turcos) y Japón, no les gusta a las señoras de los olímpicos:

„Tokio es una ciudad aburrida„me dice„. Está todo cerrado a la doce y no hay nada que valga la pena que se pueda comprar.

O sea que con un poco de limpieza de fondos y un máster en Soto del Real „para que aprendan unos cuantos„ las compradoras compulsivas y fashion victims del COI podrían salvarnos la cara, porque una cosa es la corrupción de un gobierno, del partido que lo sostiene y de sus allegados y beneficiarios y otra, muy, distinta, los intereses del país.

„Es lo que debierais contar los periodistas „añade„. No olvidemos que pronto habrá una cumbre Madrid-Barcelona con los dos municipios comprometidos en dar una imagen de unidad y continuidad olímpicas. Y que Valencia será subsede en remo.

„Pero en todo esto ¿Quién mueve los hilos? „le pregunto.

„El COI, que es una especie de montaje oligárquico, sin delegados nacionales ni elección por la base. Funciona por cooptación, como el Vaticano: hay millonarios, masones, la propia burocracia olímpica (a menudo hereditaria, como en el caso de Samaranch) y un lobby gay desde los tiempos de Pierre de Coubertin.

¿Gays? Claro, la carne tensa y sudada. Le digo: «Dame una razón para romper una lanza a favor del Madrid olímpico». Y me contesta: «Que el gasto ya está hecho. Se fue haciendo a lo largo de legislaturas. Equipo, seguridad, comunicaciones: Un privilegio de la capital del Estado. Ahora tocaría recibir los retornos».