Opinión
Pompa y circunstancia
Viendo al pregonero real vocear el nacimiento del primer bisnieto de la reina de Inglaterra, cae uno en la cuenta de otro grave déficit de la Monarquía española: teatro. Debido al libreto populista de la transición, y al perfil bajo de oropeles y atrezzo seguido por la Monarquía para instalarse sin la menor oposición en el sistema (o, si se prefiere, para seguir arrellenada en él), se descuidó el espectáculo, sin el que una monarquía desfallece por falta de funciones. O sea, la función teatral es una de la que hoy justifican el invento, y echando mano de antiguos protocolos, pedrerías, vestuario (incluido algún manto de armiño), vehículos de tracción animal y platós palaciegos, de los que habrá en almacén para dar y tomar, la Monarquía española podría estar a la altura de las más pomposas. En lugar de eso, hemos optado por la dichosa sencillez, que el sencillo en el fondo nunca entiende.
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