Opinión

Todos desnudos

“Estoy en el aeropuerto, de vuelta a Madrid,” “el equipo funciona, aunque he tenido que pagar doscientos euros por el transporte,” “a qué hora sales tú de currar, yo salgo a las siete de aquí que son las ocho ahí, ¿cómo lo ves?” “si te apañas y vacías el maletero en una bolsa de Carrefour…” “ha ido todo perfecto aunque no creo que venda más de tres cajas” “si me hicieras caso, no tendríamos ahora estos problemas con las putas vacaciones” “yo puedo coger otro coche” “si vas a tener algún problema, hablas con tu hermano y le das con la televisión en la cabeza,” “la documentación está a las 22.55 como en los baños árabes,” “no, el repetidor es el más listo,” “inclusive me dice cómo no llegas, pero el problema de barrido lo estamos generando nosotros, y es que yo no soy ginecólogo” “las distorsiones no tienen naturaleza” “yo más que puedo hacer es que tú hagas eso con el coche y te lo agradezco,” “mejor le traeré una palangana por la noche, pero hay ropa sucia, la chupa, ropa de trabajo, cosas de esas,” “a su hermana no la conozco pero me han dicho que está muy buena aunque perdió el pasaporte en Miami,” “y si te pone reparos le dices quién eres, que ya está bien de chulerías,” “porque todos tenemos razón siempre que la tengamos,” “y si no da igual porque voy allí y me cago en su madre.”

Tony Soprano le dice a su psiquiatra, al principio de la serie, que no controla su violencia, que a veces ve a gente desconocida hablando por el móvil a gritos en cualquier sitio, y le entran ganas de romperles la cabeza. Menos mal que Soprano no visita nuestras salas de espera de los aeropuertos, ni viaje en AVE, da igual en qué clase -cuánto más cara, más voces y ruidos. Ahora se dice que es inminente la posibilidad de hablar por teléfono móvil en los viajes de avión: ni la peor película de Almodóvar y de la historia, “Los amantes pasajeros” superará tal desafuero. ¿Es que nadie es consciente de lo que molesta contando a gritos su vida y sus paridas? Seguramente no van a misa.

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