Todos los estados espían y se espían. Esta feo, pero lo hacen. Lo que diferencia a un estado de un buen novelista es que el escritor no ignora que contarlo todo, es la fórmula segura para aburrir, mientras que para el estado no hay vidas carentes de interés, ni episodios que no merezcan atención. Así como cada familia infeliz lo es a su manera, cada sociedad fisga de acuerdo con su espíritu. Por ejemplo, ahora cuando entran en el correo electrónico o en los SMS de un homosexual, no es para mandarlo a Mathausen o aplicarle la Ley de Peligrosidad Social „el gulag del franquismo„ sino para venderle muebles de Ikea o cruceros gay friendly.

El otro día contaba Rafael Argullol que fue a comprarse un coche y el vendedor conocía su estatura y su operación de espalda. Mi ficha de «rojo» está intacta y de vez en cuando salta a la impresora. No os esforcéis en negarlo: lo he comprobado y tengo como testigo a una magistrada.

Europa, si no ha fallecido, parece que se va a poner seria con el espionaje norteamericano, pero luego permite que los vuelos y las cárceles clandestinas en dirección a Guantánamo existan en su territorio. Todo parece indicar que se conformaría con que respetasen sus delegaciones. Y que permitirá que las grandes operadoras de Internet sigan haciendo negocio con nuestros datos personales y nos vendan a domicilio, con llamadas a la hora de la siesta, vinos, telefonía móvil, seguros, electricidad (encarecida), qué se yo. La mala noticia es que las escasas restricciones, las suaves barreras que las leyes democráticas habían levantado para preservar, un poco, la privacidad, han sido abatidas. Por nuestro bien, dicen. Por nuestra propia seguridad, insisten.¿Y qué tipo de sociedad retrata el espionaje de ahora mismo? Pues una oligarquía globalizada. Espían los estados, pero también las corporaciones, empresas y particulares. Todo depende del poder adquisitivo y a más poder, más impunidad. Lo vimos en Cataluña, tantas veces adelantada de las nuevas tendencias: quien se lo podía pagar, espiaba, a veces con los mismos fisgones que los otros.