¿Una Qué?

Vivimos unos tiempos tan antiheróicos, que nos toca aprender de los villanos, es decir, por la vía del no y no por la del sí (y añadiría: afortunadamente: los héroes son simples y los villanos complejos). Dijo Alberto Fabra de la imputada a posteriori y dimitida a priori Alicia de Miguel: «ayer (Alicia) dió una lección de cómo se tienen que comportar los políticos». No es por enmendarle o enmierdarle la afirmación, pero realmente lo que quiso decir es que Alicia ha dado una lección de cómo se tienen que comportar los políticos «imputados». Realmente en realidad, la «lección» ­„si es que uno se toma la vida como un magisterio para los demás„ que debe dar un político es la de no dar motivos para ser imputado (razonables indicios de haber cometido un delito) y no serlo. Aunque, claro, lecciones podemos dar todos: de hecho, los otros doce diputados imputados («dimputados»), que vegetan sin vida sensitiva o intelectiva conocida en el parlamento, también nos están dando una lección (o unidad temática): la de cómo aferrarse al cargo, la de cómo complementar el erario público con el horario privado, la de cómo un zombi políticamente frío calienta un escaño. Es más, y según anuncian, siguiendo esta línea de magisterio, Mariano Rajoy va a dar una clase magistral el 1º de agosto en Madrid. No está previsto que a continuación reciba al turista diez millones. En fin: acuérdense de Rambo, que cuando no «se sentía» las piernas, nos dió a todos una lección de cómo hacer el pino con las manos.

En la misma línea, pero en ocasión distinta y actores diferentes, Javier Dorado, el secretario general de NN GG de España, dijo en Algemesí que «NN GG es la mejor escuela de vida para un joven en España». Donde Fabra hablaba de «lecciones» y Alicia, Dorado habla de «escuelas de vida» y Nuevas Generaciones, y así como al presidente ya le he dicho que depende, al secretario general no le diría yo que no. Realmente en realidad, o si lo pensamos bien, es decir, lo pensamos, la vida en general es una escuela de vida para los particulares. ¿Quién no aprendió nada viendo Falcon Crest o Dallas, escuchando a MariCarmen y su acordeón, oyendo a José Luís Moreno y a sus muñecos o en una tertulia de la cafetería Acuario? Entonces, ¿por qué no va a poder aprender algo sobre la vida (ese hormiguero de apetitos y pasiones, sueños y deseos) en las Nuevas Generaciones un joven bien dispuesto? ¿Acaso no aprendimos algunos alguna cosa en la puta calle, en un rincón del parque o la glorieta o leyendo a Unamuno (¿una qué? a Unamuno)?