Enormes las distancias de todo tipo: de las ideologías en liza, del escenario internacional, de la legitimidad de partida; pero las guerras civiles modernas tienen una secuencia que las asemeja. Primero, hay dos bandos enfrentados, uno de los cuales tiene en principio la razón, pero no la fuerza, y es jaleado por la opinión democrática del mundo; sin embargo, la ayuda o intervención se demora, por razones de equilibrio internacional, por el coste de toda guerra y porque resulta que los buenos también hacen tropelías; después, el Ejército organizado de los malos recibe el apoyo de sus afines, y arrincona a los buenos, que ya no lo eran tanto; tras dos años de guerra, las naciones democráticas se desentienden, su opinión pública se olvida del conflicto y, aunque la lucha sigue, la suerte queda echada, mientras el Occidente razonable mira el reloj para que acabe pronto. ¿A qué recuerda?