Carme Chacón se ha ido. Gran noticia. Con billete de ida y vuelta, como las pequeñas cosas de Serrat. O como en "Ticket to ride" de The Beatles. Nunca lo sabremos.¿Hasta cuándo los medios de comunicación seguirán tragándose el intranscendente no-discurso de esta señora? Una clave: ¿cómo consiguió una oferta en una universidad estadounidense de "tanto prestigio"? Algún español con base de trabajo en Miami, debió de sudar lo suyo este verano, o ya antes.

Political animals. No va con segundas, es el título de una serie gringa sobre intrigas y pasillos en Washington (jamás me cansaré de repetirlo: desde "El ala oeste de la Casa Blanca" todo son malas imitaciones.) que emite Canal+ y que me estaba aburriendo, hasta ahora: todo ocurre después del verano, como en la canción del Duo Dinámico. El primer capítulo que he visto en setiembre, da un giro inesperado. De repente, los guionistas deciden humanizar la historia y la historia se hace creíble y, sobre todo, entretenida. El abuso de los efectos especiales no es patrimonio de las salas de postproducción, también se perpetra en "Word" por algunos escritores de diálogos y guiones.

La vuelta ciclista a Siria no existe. No he consultado nada para escribir semejante afirmación. Tampoco es que me haya dado un ataque de horripilante frivolidad ante la tragedia que está viviendo el pueblo sirio, da igual quién mande y quién se rebele: sufren siempre los mismos. La escribo por el presidente del gobierno de España, don Mariano Rajoy Brey, todavía no ha dicho nada sobre el asunto y parece que no le importa mucho, y parece también, que no quiere hacerse foto alguna en ninguna isla macaronésica (diez años del trío de las Azores, más el "cherne", como le conocen en su pueblo, Durao Barroso, que se salió de plano). Porque nuestro presidente está en la economía, según dice, y en los muchos deportes de los que es seguidor apasionado. El ciclismo es uno de ellos. En Siria no debe practicarse. Ni ahora ni antes. Por eso Rajoy no habla.