En la evolución de una economía, y por tanto de una crisis, hay factores determinantes que yacen ocultos en el fondo cultural de los países. En la actual crisis, España ha acreditado ya enorme capacidad de sufrimiento y resistencia, cuyo fruto, la estabilidad social, ha evitado la catástrofe. Creo que, yendo a sus raíces culturales, sería más propio hablar de estoicismo que de resignación. Es probable que pronto acredite también una cualidad decisiva en la superación de cualquier enfermedad o esfuerzo, la capacidad de recuperación. El hecho mismo de estar luchando con tal entusiasmo por la candidatura de Madrid a los juegos olímpicos, cuando aún no se sabe si el desplome de la economía y el empleo han tocado fondo, es una prueba de esa capacidad. Si todos los que hoy deciden sobre los juegos de 2020 fueran atletas, verían los signos inconfundibles de un colega y no tendrían duda.