El nuevo curso escolar que se inicia hoy comienza, un año más, con los mismos problemas de siempre pero agravados por las estrecheces económicas que atraviesa la Generalitat. El hecho de que globalmente haya 4.143 alumnos más y 1.272 profesores menos en la Comunitat Valenciana constituye por si solo un argumento de suficiente peso para confirmar el deterioro paulatino del sector, por mucho que desde la conselleria de Educación se trate de quitar hierro a las cifras atribuyéndolas al «arreglo de plantillas de Infantil y Primaria por la disminución del alumnado». La eterna presencia de miles de alumnos estudiando en barracones y en centros educativos con deficiencias muy graves por el severo recorte de las inversiones no puede ser, año tras año, motivo de resignación. La desaparición de las becas para libros de este curso, viene a sumarse a los recortes en las becas de comedor del anterior, decisiones que constituyen un importante revés social para los sectores económicamente más desfavorecidos. Y lo peor de todo es que no se ve una solución a corto plazo a estos graves problemas, que se registran en una comunidad autónoma con uno de los índices de fracaso escolar más altos de España. Las perspectivas de nuevos ajustes en el presupuesto de 2014, que se deberá cuadrar con un déficit del 1 %, aventuran más de lo mismo. O tal vez peor, porque debido a la magnitud de los nuevos recortes, es previsible que afecten de lleno a los sistemas sanitario y educativo si nadie lo remedia. La capacitación educativa es el mejor antídoto contra el desempleo y el principal motor de desarrollo económico; un compromiso social del que no puede descabalgarse el Consell con argumentos presupuestarios. El futuro de una generación está en juego.