La última encuesta sobre la confianza de los españoles ofrece resultados confortantes (para mi gusto): la gente confía sobre todo, por este orden, en los investigadores, los médicos de la sanidad pública, las pymes, la Guardia Civil, los profesores de la pública, la Policía, las universidades, las ONG, Cáritas, las Fuerzas Armadas, los servicios sociales municipales, el príncipe de Asturias y los periódicos. En cambio, desconfía sobre todo, por este orden (de peor a menos malo), en los políticos, los bancos, la patronal, el Gobierno, los obispos, el Parlamento y los sindicatos. O sea, confía en casi todas las instituciones públicas y sociales (aprueban hasta los inspectores de Hacienda), pero no confía en los dirigentes. Es verdad que los entrenadores siempre han sido chivos expiatorios de los malos resultados, pero el reciclado de la clase dirigente se configura como una prioridad.