La carta que Artur Mas envió en julio iba con semanas de retraso en relación al calendario de la hoja de ruta de los acuerdos suscritos entre CiU y ERC. En ella se planteaba «abordar de forma pactada la celebración de una consulta con los marcos legales que establezcamos». Dos meses después ha llegado la contestación del presidente del Gobierno pidiendo lealtad institucional y respeto al actual «marco jurídico» y se muestra favorable a un diálogo «sin fecha de caducidad». Tras la cadena humana de la vía catalana de la pasada Diada continuará el diálogo. Los tiempos actuales no son proclives a la espera. Queremos ver cumplidos los deseos con inmediatez como requerían también urgencia nuestros sueños de antaño, de aquellas «condiciones objetivas» para unos cambios drásticos que imaginábamos inmediatos y sin embargo se impuso la realidad del tiempo lento de la negociación y de la política que trajo una Constitución que consolidó la democracia para siempre.

El acuerdo firmado entre CiU y ERC fija unos plazos concretos, antes de fin de año tienen que acordar la pregunta y la fecha de la consulta a celebrar durante 2014, a pesar de que Duran i Lleida no parece estar cómodo en esa ruta soberanista que cree debilita a su coalición y beneficia a ERC. Durante las próximas semanas viviremos el desenlace entre ese tiempo lento de la negociación Rajoy-Mas y los plazos que exige el movimiento soberanista. La correspondencia epistolar en estos tiempos tiene en sí misma un valor. Como sostiene sobre la escritura James Salter: «Viene un momento de la vida en el cual te das cuenta de que todo es un sueño. Solamente esas cosas que han sido escritas tienen la posibilidad de ser reales. Al fin, es lo único que existe, lo que ha sido escrito».

Podemos entender el fervor, el clamor de participar en lo que parecen ser grandes acontecimientos históricos, vivir esos días que creemos memorables. Pero hemos aprendido que es mejor una Europa y una España de la diversidad, no queremos una sola voz sino la polifonía, lejos de las unanimidades que siempre uniformizan. Mejor la pluralidad de opciones diferentes y las identidades múltiples que una sola identidad monocorde. Hubiéramos deseado que la esfera pública de la política europea no se hubiera dejado intimidar por el mercado financiero y estamos convencidos de que al final acabará plantándole cara. Cuando lleguen los momentos decisivos, el Estado de derecho y la división de poderes se impondrán sobre los estados de ánimo, la política sobre los sentimientos, el diálogo entre todos desde cada ámbito de responsabilidad sobre las decisiones unilaterales.

En nuestra vida diaria se expande el presente. Gracias a los avances tecnológicos parece que lo queremos todo ya, esperamos que los deseos se cumplan de inmediato y se debilita el concepto de espera. También cualquier fotografía digital es inmediata, se visiona en el acto y se puede borrar al instante. Como afirma Joan Fontcuberta: «El tránsito de la fotografía química, esa imagen latente, a una imagen inmediata digital lo considero poéticamente una pérdida porque desaparece esa angustia expectante, tan poética y tan rica en simbología, que es la espera del revelado».

Ese tiempo lento de la vuelta a la relación epistolar en nuestra época de correos electrónicos y whatsapps, cuando hasta los audímetros parecen haber sido sustituidos por hashtags, nos produce una profunda melancolía. Rajoy quiere «buena sintonía» con Mas y habrá inversiones para Cataluña como la conexión ferroviaria del puerto de Barcelona y se abrirá la vía para tener mejores condiciones en la futura financiación autonómica. Unos saben rentabilizar sus momentos fugaces de seny mientras que a otros no se nos quiere reconocer que las inversiones del Estado en nuestra comunidad deben relacionarse con la población, mientras se alaba nuestra «voluntad de renuncia» y se nos recuerda que «no es el momento de pedir sino de gestionar mejor». Conviene recordar que una cosa son las dificultades de la gestión en los tiempos difíciles y otra olvidar que el futuro de nuestras instituciones autonómicas, de nuestra educación y sanidad públicas, de la creación de empleo en nuestra comunidad están unidos a una financiación justa.

Recuperar la sociedad civil, defender el autogobierno, aumentar la confianza en nuestras instituciones autonómicas, volver a poner en marcha la Comunitat Valenciana exige ver las cosas tal como son. Percibir la realidad sin conceptos ni valores añadidos. Las cosas como son desde esa sabiduría oriental que sabe afrontar las dificultades y que es la verdadera enseñanza del haiku de Basho: «¡Qué admirable el que no piensa/ "la vida es fugaz"/ al ver el relámpago!».