La divulgación de que el presidente de la Generalitat Valenciana cuenta con 16 asesores, 3 conductores, 2 secretarias y un cocinero a su servicio ha puesto la red guapa. A la vista de la relación detallada, lo primero que se detecta es un evidente desequilibrio en el plantel que lleva a preguntarse si el cocinero no descansa o es que hay días en que Fabra ayuna. Pero si existe un punto que merece una tesis es por qué el rosario de cargos públicos que gestiona lo nuestro ficha todo lo que ficha cuando en las administraciones cuentan con un ejército de funcionarios y de contratados que, en buena parte, está mucho mejor preparado que los mendas. Haga la prueba si no. A usted, que lleva más de treinta años dedicado a una actividad equis, le dan la oportunidad de traerse gente que proporcione un impulso bestial a la tarea en cuestión y ¿cuántos pueden ofrecerle mayor garantía que aquellos que vienen desarrollándola a su lado en una sociedad que funciona? ¿Dos, cinco, quince, trescientos? Aunque, claro, por eso la empresa de la que estamos hablando se halla en bancarrota; la responsabilidad y coherencia de sus sucesivos prohombres brilla con luz propia y montan lo que montan porque les da igual ocho que ochenta, ya que las quiebras las padecen otros. Ahora bien, usted, que tampoco iba a tenerlo todo, ni es un advenedizo ni ha de buscar acomodo a los de la familia con carné. Y aunque en los múltiples comentarios que brotaron apenas se mencionaba, llama igualmente la atención que el mandatario autonómico tenga 21 periodistas a su disposición, que son bastantes más que aquellos con los que hoy en día se editan multitud de publicaciones. Sin embargo, aún le parecerán pocos para intentar arreglar lo suyo. La verdad es que, como todos nuestros prebostes crean que ese es el camino para mejorar su imagen, acaban con el paro y con la profesión. Perdón, y eso que ahora están concienciadísimos.