Han hecho más por la movilidad sostenible los servicios municipales de alquiler de bicicletas y los análisis para detectar colesterol que veinte campañas institucionales de sensibilización. Durante este fin de semana, los mensajes políticos se afilarán en torno a si se defiende o no el transporte público, si son suficientes los carriles bici o si el peatón tiene garantizados sus derechos de libre tránsito y aire puro. Algunos que se ríen en privado de estas cosas se subirán con torpeza a bicicletas que nunca usan; otros que utilizan más las dos ruedas se pavonearán en lo alto de sus sillines para dejarse ver entre las masas; y la mayoría intentará alterar por unas horas sus hábitos sedentarios para sobornar sus conciencias. Europa se inventó la semana de la movilidad sostenible. En casi todo el continente ya existen usos asociados a ese concepto y parece que solo aquí resulten hostiles y extrañas sus prácticas. Será porque se habla mucho y se hace poco. También en eso hay productividad baja.