Después de que un grupete de empresarios haya tildado de timorata la acción que se lleva a cabo para que esto algún día se ponga en condiciones, el presi de la Generalitat ha respondido que «sólo me falta acostarme con Montoro». Nadie puede dudar que el otoño se presenta caliente. Se hace muy duro „con perdón„ haber llegado a este extremo. Si la situación en la que anda sumida la comunidad impone al más pintado, pensar en esa imagen con el ministro que ha trasladado el máxim0 representante de la misma lleva incluso a apiadarse de la criatura. De decidirse a dar el paso, y para hacer algo más llevadera la coyuntura, sería de justicia que en todo caso se repartiera la fogosa tarea con Zaplana, Camps, Carlos Fabra, Rita, Alperi... que, con las acometidas suministradas desde diferentes posiciones, han contribuido a engrosar la deuda histórica y a desequilibrar aún más la financiación autonómica y la biblia en pasta si se hubiese puesto a tiro. Serafín Castellano quiso salir al paso de malos entendidos asegurando que nadie dude que el president defiende en Madrid los intereses de aquí con «firmeza y voz vigorosa», lo que no fue óbice para que el propio jefe del Consell se viera en la necesidad de detallar los movimientos que realiza ante la cúpula „no vaya a equivocarme„ trasladándoselo a los suyos. Pero la bonita secuencia no se queda ahí, sino que cuenta con más subterfugios. El edil de Hacienda del Ayuntamiento de Alicante ha remitido al ministerio la relación de proveedores que se acogerán al mecanismo propuesto por el oscuro objeto de deseo de Fabra para que las administraciones locales puedan pagar las facturas pendientes con cargo a lo que les adeuda la Generalitat. O sea que, en este caso, estamos hablando mínimo de hacer un trío. Qué movida. A este ritmo, con el hambre que hay, Montoro va a tener que tomar la píldora.