Cuando el alcalde de Castelló, Alfonso Bataller, afirma sin pudor que el copago hará que los jubilados y los discapacitados valoren más el transporte, lo que quiere decir es que ya está bien de que los abuelos y los impedidos utilicen servicios gratuitos por el morro. Qué más da que los pensionistas hayan cotizado toda la vida a cambio de una mísera pensión. Qué nos importa la salvaguarda de los derechos de los discapacitados que deberían ser bandera ética en un Estado democrático. Miren, les hablaré de otro ejemplo de desprecio. La conselleria de María José Catalá entiende que hay que reducir monitores en los comedores de los centros de educación especial y poner a currar a los educadores a coste cero. En estos centros, la mayoría de los alumnos carece de autonomía para alimentarse y precisan de una persona de apoyo, pero Catalá entiende que la ratio ha de ser de 6 niños por monitor y que solo «excepcionalmente podrá reducirse». ¡Pero si todo en estos colegios es excepcional! No entienden nada. Aquél aplica paridad a lo excepcional y ésta, singularidad a lo general.