El concejal Miquel Domínguez ha dispuesto que una pareja de policías locales permanezca en el entorno de la capilla de rezo permanente de la iglesia de San Martín, en pleno centro de Valencia, después de haber detectado que indigentes y gamberros la han usado en ocasiones para pernoctar, defecar e incluso follar. Por el momento, el gobierno del PP en el ayuntamiento ha descartado pasar la factura de la vigilancia casi perpetua en el exterior de la capilla, aunque sin duda no tardará en llegar la moción de la oposición socialista para pedir que si los promotores del rezo de 24 horas quieren escolta en la puerta, que la paguen con el dinero que la Iglesia se ahorra al estar exenta de contribución urbana. De momento los organizadores se plantean instalar cámaras, esas que los comerciantes no logran arrancar al susodicho Domínguez. Parece que ser cristiano se ha puesto difícil, aunque si se tiene en cuenta que a los primeros se los comían los leones, esto de San Martín es poca cosa.