Vecinos y comerciantes de la antigua carretera que atraviesa Nàquera se quejaban al alcalde y los concejales de que, cuando realizaban trámites fuera del pueblo, se les reían en su cara por vivir en la avenida de Barak Obama. Y el tripartito que gobierna se planteó retirar los honores al presidente de Estados Unidos y premio Nobel de la paz. Hasta 2008, la vía estaba dedicada a José Antonio (no hacía falta poner los apellidos) pero la Ley de la Memoria obligaba a retirar del callejero a aquel primo de la ribera. No consta que hubiera protestas entonces. Con todo preparado para ordenar hoy la retirada de las placas, el alcalde se ha arrugado y, alegando que sería mucho gasto cambiar tarjetas, rótulos y señales por tercera vez en cinco años, ha decidido que la nación más poderosa del mundo conserve el peculiar homenaje de la villa a su líder más carismático. Podría cundir el ejemplo donde aún dedican calles a mostachudos con correajes. Al menos la risa se abriría paso.