Lo que nos faltaba. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos no es que pincharan los teléfonos de los grandes líderes europeos, léase Angela Merkel o Mariano Rajoy, como si fuera lo mismo, es que llegaron a espiar al Espíritu Santo. ¿O no era éste el que iluminaba a los cardenales en el cónclave? Según la revista Panorama, de los 46 millones de llamadas interceptadas en Italia entre el 10 de diciembre de 2012 y el 8 de enero de 2013 presuntamente por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) „que se ha revelado como el Gran Hermano de nuestros tiempos„ se encontrarían también las realizadas en el Vaticano, incluídas las conversaciones de los purpurados hasta la entrada en la Capilla Sixtina de la que Jorge Mario Bergoglio salió papa. En su día nos dijeron que el cónclave (que significa literalmente «bajo llave») era el lugar más seguro y secreto del mundo, que se había levantado una muralla virtual en torno a él, que los electores „bajo pena de excomunión„ eran los hombres más incomunicados del planeta y que en aquel lugar no había política ni pactos ni intrigas. Solo una paloma blanca. ¿Seguida de cerca por drones? Ni Dan Brown llegó nunca tan lejos.