Uno a uno, van cayendo todos los símbolos valencianos. El último en desaparecer fue el sistema financiero indígena. Ayer se volatilizó RTVV. Es la primera televisión autonómica que echa la persiana, lo que indica no sólo la acumulación de factores exógenos en el episodio, sino el desastre continuado en la gestión. Bastará un dato para reconocer la inmensidad de los despropósitos. Los socialistas dejaron RTVV en 1995 con 653 trabajadores. Veinte años después, tenía 1695 empleados. Mil más. Durante esas dos décadas el PP ha gobernando la Generalitat. Primero, Zaplana; después, Camps. La creación de Canal 9 fue obra de los socialistas -al igual que la fusión de las cajas-, y su aniquilación la ha gestionado el PP. Aunque el peso de la culpa deba esparcirse, Fabra sabe que habrá de asumir la responsabilidad última. El que gobierna también ha de aceptar las herencias, y en este caso la herencia es la de su partido.

La tele era inviable porque las finanzas públicas no daban para más. La doctrina del PP hasta el momento ha sido la siguiente: el ERE es necesario para la supervivencia de RTVV. El ERE, sin embargo, ha acabado por finiquitarla. Los damnificados no son solo los trabajadores despedidos hace unos meses, lo son ahora todos: toda la plantilla sin excepción. La alegría mañanera de los exempleados tras conocer la sentencia de nulidad era irreflexiva. Este periódico ya anunció la semana pasada que si el tribunal declaraba nulo el ERE, la nueva RTVV de Rosa Vidal acabaría como la anterior. Vidal intentó prolongar la agonía mediante una renegociación; Fabra, tras evacuar consultas en Madrid y reunir parte de su gabinete, decidió dar carpetazo definitivo. No hará falta repetir sus alegaciones porque están en consonancia con el argumentario persistente: no hay dinero, y primero están la sanidad y la educación. De acuerdo. Pero se debió ejecutar el ERE correctamente y, sobre todo, nunca debió permitir Fabra que la directora general campara a sus anchas. Primero, designándola como interlocutor único. Segundo, repescando a los técnicos pese a la amenaza de dinamitar el ERE, uno de los principales criterios «elegidos» por el tribunal para tumbarlo. La elección de Vidal también es responsabilidad de Fabra.

¿Qué sucede en la sociedad valenciana que no es capaz ni siquiera de retener una televisión propia? La pregunta tiene contestación, pero habrá de responderla el Gobierno del PP, que ha modelado esta sociedad durante casi veinte años.