Los productos valencianos venden. Son de gran calidad y muy competitivos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Es una de las claves de nuestro sistema económico, que se ha quedado muy tocado por la larga crisis económica, pero no cabe considerarlo hundido. Las exportaciones pueden salvarnos de nuevo. Los dos grandes ejes siguen siendo la industria automovilística Ford, que aspira a redoblar su pujanza en los próximos años con la fabricación en Almussafes de los modelos de mayor atractivo de la marca, y la no menos tentadora cosecha agrícola autóctona, que inunda desde décadas los mercados europeos de comestibles. En torno a ese núcleo de exportación giran otros muchos sectores, como el azulejero, el calzado o la confección, que vuelven a tirar con fuerza. Históricamente, el incremento de las ventas al exterior ha sido el preludio de la recuperación.

Es muy significativo que en septiembre, las ventas valencianas se dispararan un 29,1 % hasta dejar el acumulado del año en un 14 %, una cifra que duplica la media española. Hasta el tercer trimestre de 2014 se habían vendido productos valorados en 17.157 millones. En ese mismo período nuestro saldo comercial sigue siendo positivo: el superávit supera los 1.708 millones. Todos esos datos, aunque quepa imponer la cautela de un país que ha perdido mucho músculo económico, invitan al optimismo. El dinamismo comercial valenciano, que logró hace muchos años conquistar Europa „el gran destino de nuestras exportaciones„, puede y debe liderar hoy, como en otras ocasiones, la salida de la crisis.