Los gobernantes españoles siguen ejemplificando su compromiso social, por lo que no hay forma de contactar con Francisco Camps para que declare ante el juez Castro. El escapismo es inseparable de su biografía; Mónica Oltra ya lució en les Corts una camiseta con la fotografía del desaparecido y la leyenda «Se busca (solo vivo)». La localización del testigo debió encomendarse a Urdangarin, que no tropezó con inconveniente alguno para encontrarse con el hoy diputado cuando estaba mucho más atareado, pues desempeñaba la presidencia de la Generalitat. El farmacéutico consorte interrumpió su agenda para entrevistarse con el esposo de la infanta, el político perseguía entonces al siniestro Instituto Nóos del que ahora huye.

Si tampoco Urdangarin encuentra a Camps, pueden probar con la hija del rey como mensajera de la citación. Es probable que el parlamentario desaparecido lea los periódicos en su escondrijo, por lo que habrán llegado a sus manos las informaciones sobre el idilio entre la fiscalía general del Gobierno y la protagonista principal del caso Cristina de Borbón. El político trajeado reclama con sus fugas el tratamiento de infanta, o de infante en su caso. Dada la proliferación de aspirantes al infantado, el Gobierno deberá regular el acceso a la caprichosa condición que exonera de un delito aunque hayas cobrado por él.

El infante Francisco el Camps da un respingo cuando escucha al fiscal general Torres-Dulzón extasiado ante La Zarzuela, proclamando que no hay pruebas para imputar a ninguna infanta. El abnegado funcionario se queda a un paso de rematar con la coletilla «ni las habrá», pero se le entiende la abreviatura sin más explicaciones. Cristina de Borbón ha sido proclamada la inocente más cara de España, dados los generosos ingresos que percibió y que no ha hecho amago de devolver a sus legítimos propietarios. Por desgracia para el expresidente valenciano, el juez Castro parece más proclive a brindar a la infanta el tratamiento de Camps, con traje o al desnudo.