Publicada el jueves en Levante-EMV, la imagen materializa algo más serio que la tutela de la Generalitat Valenciana (GV) por parte del Gobierno central. La instantánea está captada en Valencia durante el encuentro de empresarios con el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta (uno de los números dos de Montoro) para dar detalles del Plan de Pago a Proveedores (PPP) de facturas impagadas por la GV (esta última ni siquiera sale en la foto; una vez intervenida, ni siquiera el dinero pasará por sus manos).

La decisión del Gobierno está explicitada: aumentemos la deuda permitida a la GV mas allá de los techos previstos para cubrir PPP y FLA de 2013 y luego, tomemos el mando. Beteta fue claro: «Habrá un Plan Económico Financiero [PFE] el año que viene que desarrollará [corregirá] los principios y partidas presupuestarias que estén incluidas dentro del proyecto presupuestario que está en debate [en Les Corts]».

Es verborrea argumentar que la GV lleva años presentando su PFE. Al contrario de lo discutido días antes en la también muy endeudada Cataluña, el significado de lo dicho por Beteta, es que los PFE de la GV se han incumplido (¿se acuerdan de los inmuebles que la GV iba a vender y nadie ha comprado?) y que el Consell ha arrojado la toalla en el control del déficit. Hagámonos a la idea de que el ministerio, tras pagar algunas facturas, hoy tiene su propio PFE para 2014. Les Corts discuten un presupuesto sólo virtual y la foto anuncia que sus números volverán a la dura realidad a golpe de acuerdos de no disponibilidad de fondos pedidos a Madrid y de decretos-ley. Beteta y su foto solo engaña a los que no quieren reconocer la realidad.

El hecho de que buena parte del Estado de bienestar de los valencianos (sanidad, educación, servicios sociales) dependan de una quebrada GV, hace que el tema de su financiación sea una fuente de justificadas alarmas. Desgraciadamente, nuestro futuro va más allá. Recurriendo a alguien tan poco sospechoso a la hora de reclamar financiación para comunidades autónomas (CC AA) como el conseller catalán Mas-Colell, dos observaciones de su última intervención en Madrid:

1) En términos absolutos, el crecimiento económico acaba absorbiendo y dominando la magnitud de cualquier transferencia. Lo realmente importante es el crecimiento económico; por tanto, la preocupación debe ser que las transferencias no perjudiquen la posibilidad de crecimiento.

2) Constatar que desde 1995 ha habido convergencia hacia la media de los PIB regionales per cápita, con tres excepciones: Euskadi, y más moderadamente, Navarra y Madrid. Si fijamos la media española en 100 en 1995, en ese año Euskadi, Navarra y Madrid estaban en 119, 126 y 131, respectivamente, mientras que en 2010 se situaban en 133, 127 y 130 (Cataluña en 1995 122 y en 2010 en 117, bajando 5 puntos).

Con un cierto rubor, por carecer de sus credenciales académicas, uno ha hecho sus cálculos y ha constatado que el conseller olvidó otra triste excepción en lo de la convergencia del PIB. Con los mismos datos (contabilidad regional de Eurostat de PIB per cápita en Paridad de Poder Adquisitivo) la Comunitat Valenciana (CV) en 1995 alcanzaba 95 puntos y en 2010, 88. En el mismo período, Euskadi ganó 14 puntos, Cataluña perdió 5 y la CV retrocedió en 7.

El análisis general de Mas-Colell es acertado. La financiación es importante, pero no lo es menos la evolución del PIB regional y en este terreno el fracaso de la comunidad líder es angustioso.

La financiación de las CC AA se mueve sobre cuatro referencias, ninguna de las cuales sirve para la CV:

a) La muy específica e inclasificable Comunidad de Madrid.

b) Las forales, con excelentes registros y sus peculiares violencias y situaciones, mas o menos recientes.

c) Cataluña en plena deriva independentista, desde donde lemas como «España nos roba» que obviamente hay que entender, como el «resto de España nos roba» del que forma parte la CV hace que por muy catalanoparlante que uno se considere viviendo en la CV, es inevitable que se sienta algo insultado.

d) Las pocas CC AA que están por debajo de nuestros 88 puntos, no van a propiciar cambios en la financiación, pues han asumido que éste es un debate de suma cero entre CC AA; un mecanismo de reparto con populismos como el de Extremadura, donde sus ciudadanos tienen prestaciones que catalanes y valencianos no nos podemos pagar. Para estas CC AA, las demandas de Fabra son incluso calificadas de insolidarias.

Aquí algo no funciona.

Los valencianos exigimos una sanidad, una educación y unos servicios sociales homologables al resto de las CC AA. La intervención de la GV (con todas las corrupciones y disparates de gestión que hemos permitido) pone en riesgo esta igualdad en temas vitales. No es nada esperanzador vivir en una CV intervenida y sin poder aducir que ello es una injusticia total.

Ignorar esta situación es más que irresponsable. De nada nos servirá que algún político de los actualmente activos, regional o nacional, dentro de unos años, haga un ejercicio penitencial como el reciente de Solbes, confesando su equivocación por no haber tenido el coraje de plantar a un equivocado Zapatero.

(Nota al margen: en la era de internet no se pide perdón vía libro promocionado de una veintena de euros. Hoy estas confesiones se cuelgan en la red de forma gratuita para que lleguen al mayor número posible de ciudadanos).

Con fotos como la que hoy nos ocupa, sin haber habido reacciones inmediatas, se entiende que en la CV nos hayamos acostumbrado a vivir en la contradicción constante, a la espera de que ocurra algún tipo de situación taumatúrgica. Son las mentes del «La decisión del cierre es inamovible, pero€»; «No hay dinero, pero seguiremos dando servicio€». Qué tipo más singular este vicepresidente Císcar, siempre dispuesto a decir una cosa y su contraria; a hacer guiños sobre que la política tiene unos argumentos que la razón no comprende. Sin embargo, alguien viaja desde Madrid y una foto confirma los análisis más pesimistas.

Pedir unos Pactos del Palau (Moncloa está en la memoria de los más mayores) es un ejercicio sobre el que hay que insistir una vez más.