Señor ministro del Interior, ante la respuesta que dio su equipo en la sesión de control de la pasada semana sobre su actuación en torno a la proliferación e incremento de la actividad de organizaciones nazis, en la que comparaba a estas organizaciones con los movimientos anarquistas quiero dar un paso adelante y declararme anarquista. A pesar de militar desde hace muchos años en un sindicato anarcosindicalista, el declararme anarquista me ha resultado demasiado pretencioso por mi parte, y aunque considero el ideario libertario la mejor, si no la única forma, de constituirnos en una sociedad en la que quepan todos los seres humanos y se alcance la realización personal y social de todos y cada uno de ellos, solo me he considerado una aspirante.

Sin embargo, su declaración me ha hecho dar un paso adelante y le digo: yo soy anarquista, porque pienso que el apoyo mutuo y la solidaridad entre las personas debe sustituir al individualismo y la competencia feroz a la que nos están llevando. Soy anarquista porque creo que la información objetiva es imprescindible para desarrollar el espíritu crítico y que cada cual tenga la capacidad de tomar sus propias decisiones. Soy anarquista porque defiendo que cada persona ha de tomar las riendas de su vida y contribuir con sus ideas, sus propuestas y su trabajo a la toma de decisiones que hagan posible avanzar a su entorno. Soy anarquista y disfruto participando en ateneos, jornadas, radios... libres donde debatir y acordar en conjunto cuál es el mundo que queremos para quienes ahora estamos, pero también para quienes han de heredarlo. Soy anarquista y procuro consumir solo lo que necesito, y hacerlo favoreciendo a mi entorno y la economía local y sostenible frente al consumismo desmedido y antiecológico.

Soy anarquista, y me rodeo con anarquistas, gente generosa, altruista, coherente y desinteresada que cada día pone la fuerza de su trabajo, su tiempo, e incluso su dinero a disposición de quienes lo necesiten, sin pedir nada a cambio, de igual a igual. Gente que se equivoca, se enfada, se contradice... pero sigue luchando por un mundo mejor sin descanso; a pesar de las persecuciones, denuncias, desahucios, despidos.

Señor ministro, si leer, pensar, debatir y defender un mundo solidario en el que quepamos todas y todos es un delito, yo me declaro culpable. Pero antes de acusarnos le aconsejo algunas lecturas sencillas y muy ilustrativas, como El poder, de Leon Tolstoi, anarquista y pacifista, o La palabra como arma, reciente compendio de artículos de Emma Goldman. Salud y anarquía.