La alcaldesa socialista Clementina Ródenas ya intentó, hace 23 años, ajardinar una parte de la playa de vías férreas para empezar a hacer realidad el Parque Central de Valencia antes de concurrir a las elecciones municipales de 1991 y sin esperar a decisiones de Renfe, Adif o como se llamase quien mandaba en los trenes. No pudo. Ahora, Rita Barberá va a intentar lo mismo. Con un préstamo de más de 135 millones, ayuntamiento, Generalitat y Gobierno anuncian que van a poner en marcha parte de la parte verde de la cosa, de acuerdo con el proyecto de la arquitecta Kathryn Gustafson, y algunas otras partes que no serán tan verdes. El Parque Central empezó de grande como Viveros y en cada convenio de los cinco firmados entre los implicados se le ha dado un bocado al vegetal, ganando siempre espacio para viviendas con las que pagar el jardín. Un vano esfuerzo ahora. Dentro de tres convenios puede que bajo el paso elevado de Giorgeta quede hueco para unos maceteros.