La actual deriva secesionista -o soberanista- de Cataluña ha creado una serie de hechos objetivos que afectan a la Comunidad Valenciana. Ante la ausencia de análisis al respecto, vamos a intentar concretar según nuestra opinión sus principales consecuencias a corto y medio plazo, aunque previamente debo informar a los lectores sobre mi admiración por Cataluña y Barcelona, ciudad a la que he estado vinculado por relaciones afectivas, profesionales y hasta comerciales durante mucho tiempo, en el que he podido comprobar que los catalanes son personas abiertas a todos los avances y novedades que les llegan tanto sean personas, productos, o técnicas. Ante una novedad siempre la experimentan y analizan y si su conclusión es un simple "No val la pena" se acabó el invento, pero si aquella persona o cosa es algo "Mol bó" ya se puede considerar como algo catalán proceda de donde proceda, porque consideran que han ganado un nuevo valor. Además, no importa el tiempo que se esté ausente o sin relación porque cuando necesitas a un amigo catalán siempre lo encuentras. Eso es su "seny".

El problema nace cuando unos políticos con ansias de poder intentan captar en exclusiva a los sectores más asequibles, -los jóvenes y los de menor cultura- para conformar mayorías manejables y dirigir el futuro. Y eso es muy peligroso, porque si sus argumentos -casi siempre de índole sentimental- calan, la grieta se amplía generación tras generación y al final se abre paso, porque los sentimientos de los pueblos se hacen estables y los políticos pasan. Aquello de los funcionarios de "ellos se marcharán y nosotros nos quedaremos" Y a cada cambio político una nueva presión abre caminos sin retorno como casi nos está ocurriendo.

Vimos como algo innegable el gran ruido mediático que produjo la Diada de Cataluña del año 2012, seguido de muchos artículos de prensa tanto nacional como internacional, manifestando la existencia de un amplio sector de la ciudadanía catalana favorable a un Referendum Independentista, incluso en la convocatoria al Parlament de Cataluña se presentó su resultado como un pseudoplebiscito popular.

Esta deriva política me ha preocupado porque es trascendental para nosotros, de tal modo que he mantenido conversaciones con muchas personas sobre este tema. Pero quizá quién más luces me aportó fue mi buen amigo de Castellón Gaspar Llinares cuya gran experiencia empresarial es para mí muy importante al respecto.

Veamos nuestras conclusiones. La U.E respondió oficialmente en el año 2.004 a la pregunta de un eurodiputado británico sobre la escisión de una región de un país de la U.E. diciendo que "Una Región independiente nueva, se convertiría por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto a la Unión. Y los Tratados no se aplicarían en su territorio desde el día de su independencia". Por lo tanto si deseara formar parte de la U.E. tendría que tramitar una solicitud de Adhesión, sometida a la aceptación por unanimidad por el Consejo Europeo, que reúne a los Jefes de Estado y de Gobierno de cada Estado Miembro, con lo que cualquier país -España incluida- podría vetar su ingreso.

Pero a día de hoy sería bueno analizar a nivel empresarial que ocurriría si en el futuro Cataluña pudiese llegar a secesionarse de España, lo que podía tener sus consecuencias inmediatas, según los análisis de más de cien procesos de independencia producidos desde 1.900. Su estudio confirma la brusca caída de su comercio en dos tercios, aunque de la rapidez con que se produzca depende en gran medida de que su separación haya sido hostil o amistosa. En el caso del divorcio "de terciopelo" entre la República Checa y Eslovaquia, el tráfico comercial entre ambos cayó en un 75% y ello a pesar de que ambos pertenecían a la U.E. con libre circulación de personas, capitales y productos.

Esta drástica disminución de transacciones comerciales, sobre la que existe un amplio consenso entre expertos, quizás esté comenzando a producirse ya. Con ciudadanos mirando en tiendas y supermercados la procedencia de los artículos en su letra pequeña del etiquetado, ya que muchos artículos catalanes están perfectamente camuflados como "españoles" como en el caso de un alimento preferentemente infantil cuyo máximo responsable sin embargo asistió ostentosamente a la referida "Diada".

En este sentido, los valencianos debemos ser muy cautelosos, puesto que muchos de los artículos aquí producidos (cerámica, muebles, frutas etc.) tienen como destino el mercado catalán. Es decir, que cada uno haga lo que quiera con sus cuentas bancarias o su cesta de la compra pero por favor, mucho cuidado con el ruido anticatalán, ya que podríamos echar innecesariamente piedras sobre nuestro tejado.

En cambio hay algo que se mueve, mucho más delicado y sutil surgido en cuanto aparecieron las primeras amenazas secesionistas, en forma de atisbos de incertidumbre sobre posibles decisiones de inversión. El Sr Lara lo dijo claro respecto a Planeta, pero otras como las grandes multinacionales están redactando a la chita callando planes alternativos de negocio, ya que si están en Cataluña es para abastecer todo el territorio español, lo mismo que las grandes empresas catalanas. Y ya podemos imaginar lo que sería de Cataluña en un panorama de no inversión.

Hasta ahora nos hemos referido a las decisiones de inversión. Otra cosa es el posible desmantelamiento industrial de Cataluña, aunque sea demasiado pronto para aventurar un cambio en dicha dirección. Quizás ya se observe un tímido movimiento en ese sentido, aunque no sea previsible su desarrollo en el corto plazo. Eso más bien a la larga se hará evidente en el terreno de "la no inversión".

En nuestra opinión, a dicho medio plazo, las decisiones de inversión de las empresas ahora radicadas en Cataluña, buscarán territorializarse en cuatro grandes conjuntos: Valencia-Castellón-Vinaroz, Zaragoza, Madrid y resto de España. Aquí debe jugar sus bazas la Comunidad Valenciana basándose en su mayor proximidad y en la existencia de sus importantes puertos comerciales y aeropuertos. Por ejemplo, quizás las grandes industrias químicas y petroquímicas estén ya valorando Castellón, Sagunto, Cartagena y Algeciras.

Es evidente que la existencia de suelo industrial apto, así como el ordenamiento urbanístico van a ser trascendentales para las decisiones de las grandes implantaciones industriales. Pero hay más: Tanto las infraestructuras actuales como las ya proyectadas son las que pueden atraer a empresas muy importantes en un futuro próximo hacia nuestro territorio.

Es lógico que el Gobierno de España no anuncie reducciones en la inversión en Cataluña, porque sería echar leña al fuego. Acaba de anunciar la conclusión del AVE Barcelona/Francia. Pero otra cosa igual de importante es que por el Estado se cambien gradualmente las prioridades de algunas grandes obras como por ejemplo:

1.- ¿Se relentizará el Corredor Mediterráneo de mercancías que en todo caso no pasará del tercer carril.?

2.-¿También se relentizará en AVE Valencia/Tarragona.?

3.-Ya se ha relentizado la autovía A-7 Aueropuerto de Castellón/Tarragona

4.-Promover el desarrollo de la Autovía A68 (Zaragoza-Vinaroz) pasando a ser un eje fronterizo estratégico. Nuestra conexión con el Oeste de Europa lo es con nuestros clientes, mientras la del Este es con nuestros competidores.

5.-Ya se está potenciando actualmente el Corredor Central de mercancías.

6.-Desarrollar el FFCC Sagunto/Zaragoza en conexión de Corredor mediterráneo

7.-Fomentar el Paso central de los Pirineos (Canfranc y autopistas) como alternativa a la AP7 para reducir tanto distancias como peajes

8.-Proyectar un trasvase del Ebro quizás desde Mequinenza (Aragón)

En definitiva, las actuales circunstancias políticas de Cataluña nos ofrecen una serie de grandes oportunidades para nuestra Comunidad que deben aprovecharse con toda discreción para no perjudicar las ventajas competitivas que disfrutamos, sin dejar de reivindicar ante el Estado las infraestructuras que nos atañen, bien las ya previstas o bien otras alternativas que nos compensen.

Por último mencionar que tanto Aragón como Baleares se encuentran ante una tesitura similar a la nuestra, lo que hace más factible y necesaria que nunca una alianza política -como ya fue en la historia- con ellas. Es el momento de una acción entre bastidores muy bien pensada y preparada. ¿Lo sabremos hacer? ¿Aprovecharemos la ocasión?. Los políticos tienen la palabra.