El influjo del clima se puede comprobar de mil maneras. La población adapta sus costumbres a las condiciones ambientales, que dibujan el modo de vida de cada país. En ese contexto llaman la atención los informes sobre la distribución del consumo de café en el mundo, cuyos datos hablan a ciencia cierta de los patrones climáticos de algunas regiones. No parece ninguna casualidad que Finlandia, Noruega, Islandia, Dinamarca, Holanda, Suecia, Suiza, Bélgica y Canadá sean, por este orden, los nueve países que más café por persona consumen de forma habitual, lista en la que España ocupa el puesto número 21. Con diferencias notables: mientras que aquí nos tomamos una media de 1,8 tazas de café diarias, en Finlandia -el primero de la tabla- caen 4,7. Redondeando, los ciudadanos de aquel país escandinavo beben en promedio cada día tres tazas más de café per capita que nosotros. Y al cabo del año un finlandés consume 12 kilos de café por término medio, mientras que en España nos conformamos con 4,5. Puede que una parte de esa diferencia se explique llana y simplemente porque les gusta más, pero sería poco científico pasar por alto el hecho de que los países mas cafeinómanos están entre los que sufren los inviernos más largos y duros del planeta, y algunos de ellos tienen parte de su territorio dentro del Círculo Polar Ártico, el paralelo al norte del cual, durante el invierno boreal, se produce la noche polar. El efecto estimulante del café es uno de los recursos para hacer frente al frío y a la oscuridad; para afrontar, en definitiva, las largas jornadas de diciembre y enero en las que el Sol no se asoma allí por encima del horizonte.

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