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Los de siempre

La piratería ha llegado al taxi con un retraso enorme. De ahí la perplejidad que muestran los trabajadores del sector. Pensaban que estaban a cubierto. En la música y en los libros, también en el cine, está normalizada. El tráfico entre el mundo analógico y el digital es curioso, porque al segundo parece imposible aplicarle las leyes del primero. Pero los euros que produce internet son reales como la vida misma. Uber, la aplicación que pone en contacto al cliente con el conductor, vale en bolsa unos 18.000 millones de euros, de euros reales, atómicos, podríamos decir. Muchísimo dinero, sobre todo si pensamos que apenas tiene cuatro años de vida. ¿Se puede prohibir? No lo sabemos. Una experta decía en la tele que hay un vacío legal porque cuando se hicieron las leyes no existía internet.

Significa que buscar los huesos de Cervantes en la red sería un disparate. De estar en algún sitio, sería aquí, en el mundo de los átomos, en el universo de lo que se ve y lo que se toca. Otro asunto es que a alguien se le ocurra hacer negocio con esos huesos en el otro lado. ¿Cómo? Ni idea, no soy aplicador, pero seguro que ya hay alguien dándole vueltas. Todo esto nos lleva a preguntarnos quién manda al otro lado. En el lado de acá hay políticos y policía y ejércitos y notarios y hasta registradores de la propiedad. Hay unas leyes de tráfico, unos pasos de cebra, y lugares donde no se puede pisar el césped ni hacer aguas. Pero luego entras en el mundo digital y da la impresión de que todo está permitido, como si no mandara nadie. Y eso no puede ser. Quiero decir que todo vacío tiende a ser ocupado por los listos de la clase. Significa que ese vacío debe de estar más lleno de lo que imaginamos.

Y lo está, en efecto, por una economía capitalista o poscapitalista, como ustedes prefieran, que hace su agosto todos los meses del año. En internet manda la pasta sin corrección alguna. No hay anarquía, en fin, como creen ingenuamente muchos; hay una ley poderosísima porque ni siquiera está escrita. Esas son las peores leyes, las que no están escritas, las que dejan vacíos. Usted y yo, sin darnos cuenta, estamos alimentando esos vacíos con los que se hacen ricos los de siempre.

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