Se cumplen casi sesenta años de que el Príncipe de Mónaco, Rainiero, contrajo matrimonio con la actriz norteamericana Grace Kelly, y aquel acontecimiento se ha puesto de actualidad con el estreno de una película que evoca la figura de la cineasta convertida en princesa monegasca.

Pero para los valencianos „y muy concretamente para quien firma esta crónica retrospectiva, entonces un estudiante de Periodismo„ la pareja tiene un especial recuerdo, porque en su viaje de bodas visitaron, después de Mallorca, Valencia y Madrid.

Los escasos días que permanecieron en Valencia apenas si se pudo tomar contactos informativos con los recién casados, pero cuando estuvieron en Madrid tuvimos ocasión de entrevistarles y de conseguir fotos con ellos, pese a las dificultades que opuso el cónsul de Mónaco en España.

Tras haber estado en Valencia, el inolvidable José Barberá Armelles, que además de ser presidente de la Asociación de la Prensa y de dirigir Jornada y Hoja del Lunes, también tenía su revista Clima, y nos telefoneó a Madrid, donde estábamos estudiando, para que consiguiéramos unas declaraciones para esta última publicación.

Y así conseguimos, no sin dificultad, un texto de dos páginas para Clima. Porque varios alumnos de la Escuela Oficial de Periodismo nos presentamos en el Hotel Ritz con idea de conocer en directo a los príncipes; pero el cónsul se opuso y, ante la puerta de la suite 111 nos dijo que los recién casados estaban muy agobiados y no podían atender a la prensa. Y quien hoy firma este texto, con la irresponsabilidad de los veinte años de edad, dijo: «Pues si no quieren tratos con la prensa que no sean Príncipes de Mónaco». El diplomático, muy serio, se introdujo en la habitación principesca, y, pese a que temíamos alguna mala respuesta, volvió y dijo sencillamente que podíamos pasar.

Y así pudimos conversar „con mezcla de idiomas, francés e inglés„con Rainiero y su esposa Grace. Dos páginas de la revista recogieron, incluso con fotos, el resumen de aquella entrevista. Rainiero habló bastante de su paso por Valencia: «Se trata de una ciudad muy agradable y muy particular. Es algo aparte de las ciudades españolas que conozco. Su alegría y su vida. Tiene un movimiento que me gustaría contemplar con mayor detenimiento. La paella la hemos comido de dos formas: marinera y "avec poulet". Es un plato muy fuerte, pero muy sustancioso. En uno de los banquetes se nos hizo exhibición de danzas regionales; son bellas, típicas y originales».

Por su parte, la actriz y ya princesa monegasca dijo en inglés: «He visto unas bellas y típicas rosas valencianas, amarillas y ligeramente rojas».

Han pasado más de cincuenta años. Y si una película evoca a la exactriz y luego alteza, bueno será también evocar lo que pudimos conocer de cerca tras una de las noticias sociales de los años cincuenta del siglo XX.