Eran las seis de la mañana del día de San Juan y de repente el carro del trueno descarriló. Parecía más lejano, aunque un poco antes descargaba sobre Buñol. Y la lluvia arreció sobre Valencia y un fuerte rumor, más el viento que soplaba desde poniente, cerró la fiesta de les Fogueres, cuando los rezagados seguían en la playa, mientras el albor se perfilaba. Era el tercer día de un verano que se anuncia fuerte, y parecía más una mañana de primavera (en Álava, la mañana del lunes, el pedrisco semejaba una tormenta de verano).

Podemos pensar que refleja así el cambio climático que ha venido para quedarse y que hace años fue anunciado y cuyos alarmantes síntomas han ido confirmándose, el peor, el deshielo del Ártico, algo que nos pilla lejos y que parece que no va con nosotros. El otro signo, los ciclones que azotan a EE UU y las tempestades de polvo y arena sobre Pekín, o las grandes inundaciones de hace poco en Serbia y Bosnia-Herzegovina€

Los mayores suelen decir «nunca había visto algo así», pero en muchos casos, los registros indican que sí, hubo otros fenómenos semejantes, de esa intensidad y hace tiempo, aunque en la experiencia individual se hayan borrado. El verano de 1969 estuvo lloviendo aquí todo julio, y en cambio hubo sequía en la parte atlántica de Francia (en París, hace un mes, cayó un pedrisco espectacular).

Nueve meses con contadas lluvias, insuficientes, en el área de la Comunitat Valenciana, mientras al norte hubo tres meses de precipitaciones y en el sur andaluz rebosaban los pantanos y hasta volvían los desbordamientos (como en Navarra, la pasada primavera).

No es una bendición que acompañe al anuncio de la nueva reforma de los impuestos, que llevan retranca „a mayor parte del peso para las rentas medias, en el caso de los sueldos y pensiones un mordisco del 30 % para más de 8,8 millones de contribuyentes„ y un castigo sádico a las indemnizaciones por despido hasta ahora exentas: disminuyen en cantidad, se retrasa su concreción y Hacienda va a rebañar con cucharón. Las grandes compañías pagarán menos del 4 % , con ayuda de las diversas desgravaciones. Se proclama ahora, contará en parte desde enero de 2015 y no se notará de veras hasta la declaración que haremos en 2016 (eso sí, unos 2 millones de personas pueden quedar exentos). Dicen que son decisiones electoralistas y que no va a recaudarse más, sino menos y que no va a resolver el problema del déficit (que sigue en el 6 % y Bruselas no ve alcanzable). Lo que amenaza con más recortes sociales, en pensiones tal vez.

El clima político está tan liado como el mapa del tiempo. La rebaja es menor y no para todos, no es igual ni justa. El carro produce más ruido que nueces en estas materias y no vemos la salida del túnel en que nos han metido. En 2011 estábamos mejor en nuestras cuentas con Hacienda. Todos. Las subidas de los impuestos han sido galopantes con el PP, desde IRPF, IVA y el IBI. ¿Les damos las gracias?