Se puede ser monárquico o republicano o no sabe/no contesta, pero es imposible ignorar que Felipe VI ha dejado en su camino hacia el trono un reguero de miguitas de pan integrales laicas. La decisión de jurar la Constitución sin Biblia y sin crucifijo en el solemne acto de proclamación en las Cortes, y no contar con una misa posterior „los famosos te deum almibarados con incienso„ además de ser inédita, según los historiadores, tiene mensaje en la España de hoy, tan falsamente beata como en sus peores tiempos.

Casado con una divorciada, probablemente su decisión de reconocer, por fin, que la Constitución que ha jurado dice en su artículo 16 que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», con lo cual se establece la aconfesionalidad del Estado, hasta ahora tomada como los vecinos de Madrid tomaban al pito del sereno, responde a un concreto temor: que el oficiante fuera el cardenal Antonio María Rouco Varela, quien no ha perdido la condición de arzobispo de Madrid, y que aprovechara la oportunidad para dar otro mitin de extrema derecha como el que dio cuando utilizó el funeral de Estado por Adolfo Suárez para alertar sobre un clima de guerra civil, con unas consideraciones que, en esencia y sustancia, iba precisamente en contra de lo que encarnaba el expresidente y uno de los arquitectos de la Transición. Porque el problema es que la Iglesia española aún no ha hecho la suya; es más, de la mano de Rouco Varela desanduvo lo que el cardenal Tarancón había andado. Y estas deformaciones mentales tardan en irse de la cabeza porque están pegadas con soberbia.

Felipe de Borbón ha vivido en un entorno distinto, por historia y convivencia, al de sus padres. Nada le liga al franquismo. Nada tiene que agradecer al dictador. Es el primer rey con un título superior al del carné de conducir. Es licenciado en Derecho, máster en Relaciones Internacionales, y por sus estudios militares en las tres academias, es por escalafón teniente coronel de los ejércitos de Tierra y Aire y capitán de Fragata de la Armada.Con su proclamación como nuevo monarca constitucional asume el grado de capitán general como mando supremo de las Fuerzas Armadas.

Su entorno social es diverso; es necio olvidar su conocimiento de la clase media, adquirido motu proprio por su casamiento con Letizia Ortiz. Muchos de los familiares de la esposa del rey no han tenido reparos en confesar abiertamente su fe republicana. Esta cercanía a los republicanos (inédita asimismo en la historia de la Corona española, y quizás de las europeas en este nivel de cercanía) hacen de Felipe VI un estadista relacionado con todas las Españas, desde su tiempo de educación y universidad, y con más y más fiables datos de la realidad española; y con más capacidad de entendimiento de ciertas señales que bullen en la calle, y que la extrema derecha o los ciegos servidores de los mercaderes que idolatran el dinero o los profesionales del parasitismo político (la mamandurria famosa), o los consentidores de la corrupción... se empeñan en ocultar o considerar minoritarias y antisistema.

Pero las notas se dan a final de curso. Ahora ha de ir aprobando los exámenes parciales.