El pasado viernes, por si no hubiéramos tenido suficiente, el boletín informativo enviado por La Moncloa, que sintetiza lo principal de la actividad gubernamental de la semana, reiteraba la noticia distribuida el martes anterior en la que el señor Beteta nos recordaba la «financiación extraordinaria» recibida por la Comunitat Valenciana mediante un ilustrado powerpoint de once diapositivas. Los cronistas ya habían dado fe de que, aprovechando su viaje a la ciudad de Valencia, Beteta no quiso darse por enterado de lo que aquí se argumenta y razona, sino que contradijo con ardor digno de mejor causa las modestas pretensiones que se le plantean. Léase un nuevo modelo de financiación autonómica y, en el fondo, el mismo dinero para los servicios públicos valencianos que disfruta la media „ojo, la media, no las privilegiadas„ de las comunidades autónomas (CCAA).

No satisfecho con ello, el invitado convocó por sí „y por los pelos casi para sí„ a nuestros ilustres colegios de farmacéuticos. Motivo: asegurarles que parte de los préstamos que concede el Estado a la Generalitat se destinarán a garantizarles el pago de las medicinas adeudas. Consecuencia: doble revés para esta Comunitat de nuestras carnes, porque el señor Beteta se infiltró en terreno ajeno al decidir a quién se paga con lo que presta a la Administración valenciana e invitó implícitamente a que otros colectivos persigan abonarse a esa garantía de pago que no necesariamente asegura la equidad necesaria en cada circunstancia y momento.

Señor Beteta, secretario de Estado. Lo que padecemos en esta tierra no lo ha provocado la lotería natural: han sido correligionarios suyos quienes la han gobernado desde tiempos en los que el déficit apenas era un bebé recién nacido y no el aizcolari que soportamos ahora; pero, además, su propio cargo ya invoca obligaciones muy nítidas y, entre ellas, corregir que existan Españas a varias velocidades en materia de servicios públicos básicos. Y si lo invocado es que su ministerio no dispone de dinero, díganos a qué viene la anunciada rebaja del IRPF que va a reducir los ingresos estatales y a crear una presión añadida al mantenimiento de su tramo autonómico.

Señor Beteta. Recordemos que el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) se presta y con recargo. Sí, desde su despacho se nos dice que gracias a que se financia la deuda del Estado en buenas condiciones, los intereses a pagar por las CC AA se han moderado; pero, por favor, no haga mérito propio y exclusivo de una reducción de los tipos de interés que también se ha producido en otros países con dificultades y que obedecen a las facilidades de liquidez presentes en los mercados internacionales. Sin ir más lejos, las del Banco Central Europeo que, con sus decisiones, ha posibilitado: a) el regreso a manos españolas de la deuda que atemorizaba las cajas fuertes de los bancos alemanes y b) singulares beneficios para nuestras entidades financieras, a las que estamos recapitalizando indirectamente con la parte de los impuestos que sostiene el pago de las deudas valenciana y española.

Señor Beteta. Recuerde „y desde estas páginas se le ha dicho„ que la distribución de los objetivos anuales de déficit no se corresponde con las necesidades, obligaciones y rigideces del gasto de las diversas administraciones públicas, por lo que su ministerio abusa de ventajismo en beneficio de sí mismo y, no satisfecho con ello, se siente con la altura moral necesaria para afirmar que en la Comunitat Valenciana todavía existe margen para reducir gastos. Sin comentarios.

Señor Beteta. Créame que todavía nos sonrojan decisiones que se han adoptado aquí en el pasado y que nos han llevado al disparadero; pero también, como contribuyentes de este país, nos sonrojan los sobrecostes del AVE y de Aena o las en torno a 400 empresas, fundaciones y entidades que forman el sector público estatal. Sí, cerca de 400. Más aún cuando se repasan los objetivos de buen número de ellas. Más todavía cuando se estudian las iniciativas para desprenderse de lo innecesario y se encuentran extensos informes de su Gobierno sobre la racionalización del sector público que: a) como medida concreta ¿y ejemplarizante? plantea prescindir del servicio de cría caballar del Ejército (¡menudo sacrificio!: ¿lo será para los caballos?); y b) como medio para exaltar el éxito propio, se obstinan en contar y recontar sólo las empresas y organismos que las CC AA están eliminando. O sea, que su ministerio se justifica más y mejor ante Europa con las podas que aplican CC AA y ayuntamientos, que con las que son de su cuenta y responsabilidad directa.

Señor Beteta. No hablamos de los euros que los presupuestos del Estado nos regatean cada año cuando se plantean las inversiones públicas en esta tierra. Hablamos de personas que enferman, de jóvenes que estudian, de mayores que encuentran lo peor de sus vidas cuando éstas se acercan a su fin. Créame: no nos introduzcan más los dedos en la garganta, porque en esta Comunitat existe más paciencia que la de Job, pero „como habrá comprobado hace poco„ también unas amplias ganas de vomitar. Así es que hagamos la digestión en paz y hablemos de diagnósticos y soluciones para el problema de fondo. En ese terreno „ya se le ha demostrado„ no le faltarán reflexiones bien fundadas. Úselas con sentido de Estado, señor secretario del mismo.