No entiendo esta clase de política actual que mide la cultura en términos económicos: «aprofita/no aprofita». Preguntaba en su día, con ese verbo tan rotundo que no tiene traducción, un enriquecido labrador, al llevar a su hijo al colegio y oír por vez primera la palabra cultura ¿Qué rentabilidad tiene la cultura? Quizá, lo pregunten también, algunos políticos. Temo que en el sistema educativo no esté reflejada esa sabiduría que fluye de la cultura y que despierta en el niño el interés por el conocimiento.

El otro día asistí en el Palau de la Ópera al abucheo a los políticos por parte de un público de todas las edades, condición social e ideologías, que había agotado las localidades para ver un «Turandot» muy especial. Era un clamor del NO. No nos quiten la belleza de las óperas, el sentimiento que nos lleva a una relajada paz en estos duros tiempos. NO borren la cultura: renuncien a otros gastos superfluos que ustedes consideran «rentables». Rentables ¿para quién? Cuando salió Zubin Mehta el público emocionado en pie aplaudió al maestro. Desde los palcos superiores se lanzaron octavillas que calificaban a los políticos de ignorantes. Creo que fue Nietzsche quien dijo algo así como: «Lo que es grande en el sentido de la cultura ha sido apolítico, incluso antipolítico».

Se bajó la cabeza ante un Calatrava, (¿valenciano?) que no tuvo ningún escrúpulo en los presupuestos, incluyendo también, los daños que él causó; y que como ahora ya no tiene futuro en la Comunidad Valenciana pone a la venta su casa de la plaza de la Virgen que hizo a su imagen y semejanza sin que nadie se lo impidiera. Pero a Zubin Mehta (no valenciano) que ha lanzado a la orquesta de Valencia a escenarios internacionales y ha entregado a los valencianos un amor especial hacia la ópera le abren la puerta hacia el olvido. Y? no entiendo nada.

Los IVA que agravan la cultura demuestran el poco conocimiento que la política tiene de lo que significa esta palabra: Solo la cultura da libertad, decía Unamuno. «No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura» Me temo que a la política no le gusta esa libertad, le asusta el pensamiento.

No existe política teatral en Valencia. El teatro privado es el que arriesga, el que no teme al pensamiento. Los políticos, seguramente, creen que el éxito de taquilla está en la imitación de los programas de televisión, los que suben las famosas audiencias. ¿Es eso lo que ellos entienden por rendimiento? Esa televisión a la que hay que imitar, es la que, desgraciadamente, muestra la derrota del sistema cultural.

En Valencia existen compañías con un plantel de actrices, actores y directores muy dignos que solo actúan en el Talía y en otros teatros privados, pero no se potencia políticamente y el mundo del teatro emigra?

¿El cine valenciano existe? A la cartelera Turia se le ha otorgado el premio Alfonso Sánchez 2014 de la Academia de las Artes y las Ciencias cinematográficas y a duras penas puede mantenerse.

No se da a conocer a nuestros magníficos poetas: no hay recitales de poesía tanto en valenciano como en castellano y en estos tiempos tan materialista la poesía, como dice Machado, es «la honda palpitación del espíritu». Ni tampoco se potencia el mundo de la cançó. ¿Cuánto tiempo hace que Raimon no canta en el Principal? Son silencios profundos que borran el sentido de la vida.

Creo recordar que se bajó el IVA del arte unos días antes de ARCO. ¿Se debe, quizá a que cierta clase política es coleccionista?

Pienso en el mundial de futbol y mis entrañas se encogen. Y no entiendo nada. No estoy contra el fútbol como deporte (y siento la derrota con Holanda y Chile) pero sí, ante ese mundo que maneja el fútbol, ante esas primas desmedidas, hacia los honores que se les otorga a los futbolistas, concediendo que se les pague en negro o en paraísos fiscales. Es cierto que algunos crean fundaciones, ¡ay las fundaciones?!

La cultura no es un mercado sujeta a las leyes de la oferta y la demanda. El «aprofit» de la cultura tiene otros parámetros, su verdadera rentabilidad es la civilización y el progreso, es el enriquecimiento del ser humano. Un país sin cultura camina, tambaleándose hacia la oscuridad.

Y yo tengo setenta años y ya no me callo.